sábado, 26 de agosto de 2006

Juana Selti

Mire, la verdad, de mi RUT no me acuerdo. Después de todo, ¿para qué le sirve a uno?
Yo tuve diez hijos. Me quedan siete. Dos de ellos...mis niños...
Claro que eso sucedió hace harto tiempo. Trato de no acordarme, porque me da mucha pena. Eran mis hijitos. Menos mal tengo más hijos, si no, no sé que me habría pasado, me habría muerto de pena, creo yo.
Yo soy atacameña, nací el 28 de abril de 1939, y vivo aquí, cerca de San Pedro, en Yayes, en la calle Selti, que es el nombre de mi familia. Seguramente alguno de mis antepasados vivió por acá y le pusieron su nombre a esta calle, no sé. Nosotros somos de acá desde quizá cuando. Siglos. Quizá milenios, desde antes que llegaran los españoles a quedarse. Con sus armas. Dicen los antiguos.
Igual que ahora, que hasta hace unos pocos añitos no más andaban los uniformados por las calles y cerquita de las casas haciendo sus cosas, disparando, fusiles, ametralladoras, cañones, balas para todos lados. Qué se yo de esas cosas. Yo soy ama de casa no más. Me dedico a cuidar de mi esposo, de mis hijos, que no les falte nada, de hacerles su comida, de su ropita, me preocupo de la tierra, que se siembre, que se riegue, y esas cosas.
Les dijimos que no podía ser, que ya estaba bueno, que fueran a otras partes a disparar, lejos de las casas. Ahora ya no se ven mucho por aquí. Pero yo igual les ayudaba cuando podía, pues son gente, igual que uno. Si me pedían prestado el horno para cocer pan, se los prestaba. O para cocer las raciones, que a veces se las daban crudas, creo yo. Así, les ayudaba. Son gente, igual que uno. Sí.
¡Ah! Lo de mis hijos. Claro, los pobrecitos murieron hace tiempo, hartos años, allá en Guatín, la tierra de mi esposo. Está cerca de San Pedro, en el camino que sube al Tatio, donde están las fumarolas como las llaman, géiseres creo que les dicen los turistas, que vienen de otras partes a conocer por aquí.
Creo que fue en 1980 o 1982, no sé, se me ha olvidado. Trato de no acordarme mucho por que me duele mucho que se hayan muerto mis hijos. Uno los lleva en el vientre, le cuesta criarlos, cuidarlos, los lleva al colegio. Uno espera verlos grandes, y que estén con una cuando llega a ser vieja, como estoy ahora.
Esa vez fuimos en el camión con mi esposo y los niños, tempranito a Guatín, para ver los animalitos y trabajar en la tierra, sembrar algunas plantas. A cuidar la tierra, que era de mi esposo, de sus antepasados. A pastorear. Teníamos ahí una casita, una pieza, hecha de piedra y barro, para refugiarnos en el invierno, para guardar las herramientas, con un corral para los animales.
Entonces, como a las siete y media de la mañana llegamos y nos bajamos todos del camión, y los niños se fueron a jugar y a corretear por ahí, mientras yo buscaba las tazas, el tecito y el pan, para darles su desayuno para que después empezaran a trabajar.
Estaba en eso cuando sentí un ruido, no muy fuerte, pero un ruido raro, medio sordo. Sentí un dolor en la pierna, pero no le di importancia. Me acerqué a mi esposo, y lo vi con la mano llena de sangre. Preguntaba por los niños, y miramos a ver dónde estaban.
Mi hija se acercó a nosotros, tenía dos añitos entonces, y miraba para todos lados, y parecía no oír lo que hablábamos. Después supe que había quedado sorda por el ruido. Y los niños estaban en el suelo, a unos cincuenta metros de la casa. Corrimos muy asustados a ver qué había pasado con nuestros hijos, y...Dios mío...perdone...me da mucha pena cuando me acuerdo...me dan ganas de llorar. Mi hijito de 5 años fracasó ahí mismo...le faltaba su cabeza, pobrecito mi hijo. El corazón se me salía por la boca, no podía gritar, ni hablar, ni nada. Mi otro hijo, de 14 años, tenía su cabeza hecha pedazos, y sólo movía la mano, como para llamar a su papá, pobrecito, no quiero decir cómo estaba, no quiero acordarme. Trato de no hacerlo porque me duele. Estaba desesperada, y no hallaba qué hacer, no sabía cómo ayudarlo. No sabía qué había pasado, sólo sentí el ruido y después, encontré a mi hijo más pequeño muerto, y al más grandecito destrozado tirado en el suelo casi muerto. Así pasó. Pero movía una manito. Así es que al que estaba muerto lo tapé entero con un abrigo, y al otro lo tomé en brazos y con mi hijita y mi esposo manejando con una sola mano el camión nos fuimos a San Pedro a buscar ayuda. Llegamos donde los Carabineros a pedir ayuda.
Nos llevaron a la posta que hay en el pueblo, ahí me dijeron que yo tenía una herida grande en la pierna, que me sangraba mucho. No me había dado cuenta. Me pusieron un vendaje. A mi esposo le vendaron la mano, que también tenía muchas heridas. A mi hijo le pusieron unas vendas en la cabeza y lo mandaron a Calama, donde estaba el Hospital.
Según me dijeron después, ahí lo recibió un médico que no me acuerdo ahora cómo se llamaba, y cuando vió al niño y le sacó lo que tenía puesto en la cabeza, dijo que le faltaba casi la mitad del cráneo, y que el cerebro que le quedaba estaba a la vista, y le amarró unas venas o arterias, no sé qué serían, para que no siguiera perdiendo sangre, que ya había perdido mucha. También dijo que era muy difícil que pudiera salvarse porque sus lesiones eran demasiado graves, y que necesitaba de un neurocirujano, y en Calama no había, así es que después de ponerle sangre y sueros y vendarlo de nuevo, tuvo que mandarlo a Antofagasta donde había un hospital más grande con médicos que operan el cerebro, para ver si podían salvarlo. Así es que el hijo mío se fue en ambulancia desde Calama a Antofagasta, que está a 230 kilómetros.
Allá estuvo tres meses en el hospital. Yo iba a verlo como podía, después de que me curaron mi pierna, y me sacaron una esquirla, según me dijeron.
No teníamos dinero, y nos conseguíamos un poco con los familiares para poder pagar los pasajes. Allá había una familia amiga que eran buenas personas y me convidaban con alojamiento y con alimento mientras yo iba a ver a mi hijo, y le llevaba lo que pedían en el hospital, porque a veces no tenían. Me acuerdo que me pedían unas inyecciones que se llamaban Gentamicina, eso sí me acuerdo. Para la infección.
Y así, por aquí y por acá nos arreglábamos para poder ver a mi hijo. Mi marido estuvo un buen tiempo sin poder trabajar por su mano que le había destrozado otra esquirla, estuvo en el hospital varios días en Calama, después lo dieron de alta, pero no tenía derecho a licencia ni nada. Pero su patrón se portó bien con él y lo ayudó, y le mantuvo su trabajo. Era buen hombre su patrón.
A los tres meses murió mi hijito, de una neumonía, dijeron.
Perdí dos hijos...ni para los ataúdes nos ayudaron...no quiero acordarme más de eso...por suerte tengo otros hijos, uno ahora es mayor, ya tiene 37 años, así es que uno sigue viviendo, tengo a mi esposo, mis hijas...y sigo haciendo las cosas de la casa, cuidando los animalitos, la tierra, sembrando.
La justicia no ha hecho nada.
Dicen que fue una granada de mano. Así dijeron los señores del regimiento. Acá hay un destacamento que hace prácticas con granadas, cañones, hacen trincheras, y quedan esas cosas tiradas por ahí. Las hay en muchas partes, balas de los cañones han encontrado en varios lugares. Minas, de esas que entierran para matar a sus enemigos, han aparecido hasta en los canales de riego. Apareció una en el estanque de agua del pueblo una vez. Lo dijo el diario.
Supe que al hijo del doctor que recibió a mi hijo en el hospital de Calama le pasó algo así con una bala de un cañón en el Valle de la Luna, no sé...le ha pasado a mucha gente por aquí. También supe que a Aguilar y a Copa, que andaban recogiendo leña les pasó lo mismo, encontraron una mina.
En ese tiempo nos llevaron a la Fiscalía Militar para tomarnos declaración para un sumario. Nunca supimos el resultado de las investigaciones. Hasta hoy me pregunto qué habrá sucedido, qué habrán concluido sobre la muerte de mis hijos, mis niños.
Nunca nadie se ha acercado a nosotros para decirnos porqué paso esto.
No entiendo porque los ejercicios militares se hacen tan cerca de nuestro poblado y porque quedan estas balas abandonadas. Aquí vivimos muchos atacameños y vienen turistas de varios países. Todos corren el mismo peligro de encontrar uno de estos y terminar como mis hijos, así le pasó al hijo del Doctor Larenas
Ojalá que esto sirva al menos para que otras personas sepan que tienen que tener cuidado, y no se encuentren con una de esas cosas.



























N.del.E.
-Guatín: sector situado a unos 20 km de San pedro de Atacama. Segunda Región de Antofagasta. Chile.
-San Pedro de Atacama. Poblado autóctono de interés arqueológico mundial. Registra numerosos casos de accidentes por explosivos militares y hallazgos de diversos tipos de ellos, documentados en el registro de GSMMA (http://www.gsmma.org/)
-Copa: Juan Copa, encontró una mina antipersonal mientras recogía leña en el Llano de la Paciencia, cerca de San Pedro de Atacama, que le arrancó ambas manos en 1986. Sin intervención de la justicia hasta ahora.

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