sábado, 26 de agosto de 2006

Mensaje S.S. Dalai Lama

Mensaje de Su Santidad
Tenzin Gyatso
Dalai Lama

Como seres humanos, somos todos miembros de una gran familia, compartiendo juntos este planeta. También vivimos experiencias similares. Cuando tú me sonríes, yo me siento feliz y cuando alguien te sonríe a ti, tú te sientes feliz. Esto es porque todos tenemos la misma naturaleza humana.

Creo que como seres humanos, cada uno de nosotros tiene el derecho a ser feliz y vivir en una sociedad en paz. Porque nuestro futuro como seres humanos está enlazado, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de contribuir asegurando la felicidad de la humanidad, creando un mundo más pacífico.

El camino principal hacia la paz en el mundo se encuentra en nuestra paz interna. Primero, los individuos deben desarrollar la paz en sus propias mentes y esto eventualmente afectará como él o ella se relaciona con su familia y con la sociedad. Es así como el público puede en última instancia influenciar el liderazgo de la sociedad. Mientras la ira y el odio destruyen nuestra paz interior, las herramientas para combatir son la compasión, el perdón, el sentido de hermandad, la conformidad y la autodisciplina. La paz puede desarrollarse fortaleciendo la práctica de estas buenas cualidades internas.

Mientras el “desarme interno” es fundamental, el desarme externo es igualmente importante. En los tiempos que vivimos, el poder de la tecnología creada por nuestra sofisticada inteligencia nos ha dotado de una enorme capacidad de destrucción. Tenemos que pensar seriamente en poner fin a esta carrera armamentista, ya que la existencia de un comercio de armas indiscriminado es la que actualmente provoca muchos problemas. A pesar de existir desde 1945 varios acuerdos internacionales sobre derechos humanos, leyes humanitarias y de coexistencia pacífica, cuando se trata de comercio internacional de armamentos, la política y los beneficios económicos tienen prioridad sobre estos acuerdos. Aún, a sabiendas que la posible comercialización de armamentos contribuirá seriamente a violar estos principios, los países proceden sin considerar estos acuerdos. Aunque los causantes de las guerras, de crímenes en contra de la humanidad y de graves violaciones a los derechos humanos pueden ser juzgados, no existe un mecanismo internacional equivalente que les impida la adquisición de armas para estos efectos. Este es la razón por la cual el círculo vicioso del comercio de armas, conflictos y abusos, debe detenerse.

El siglo veinte estuvo marcado por conflictos y guerras. Espero que podamos tomar medidas para asegurar que este nuevo siglo se caracterice en cambio por la paz y el diálogo, condiciones indispensables para una coexistencia pacífica. Es normal que en cualquier sociedad existan conflictos y diferencias, pero debemos tener confianza que el diálogo y el apoyo de amigos son una alternativa válida a la violencia en todas nuestras relaciones humanas. El desafío del nuevo siglo es, sin dudas, encontrar caminos para alcanzar la cooperación internacional o, mejor aún, la cooperación entre comunidades donde la diversidad humana sea reconocida y donde los derechos de todos sean respetados.

Me ha conmovido recordar, a través de este libro “El Derecho a Vivir”, que aunque pudiéramos detener el comercio de armamentos y no existieran en el futuro conflictos armados, los efectos destructivos de las guerras que ya han ocurrido seguirán presente por un largo período. Los campos minados y desechos bélicos ensucian los lugares donde ha habido conflictos bélicos recientes, y continúan matando e hiriendo personas inocentes, muchos de los cuales son niños. Desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas llamara a los primeros diez años del siglo veintiuno la Década de la Cultura de Paz y Abstención de la Violencia para los Niños del Mundo, es necesario enfocar los esfuerzos en restaurar la dignidad y esperanza en las vidas de los jóvenes victimas de las minas antipersonales y otras armas terribles.

Es particularmente importante fomentar el espíritu de éstos niños a través de una constante demostración de amor y cariño compasivo. Me sorprende ver como a menudo fallamos en darnos cuenta que lo que la gente necesita en forma desesperada, es el cariño humano. Si falta el calor humano y el sentido de lo que vale esa persona, cualquier otra forma de tratamiento será menos efectiva. Por el contrario, la gente responde al cariño incluso cuando los procedimientos médicos le son adversos. Creo fervientemente que ayudar a otros en lo que uno pueda según sus necesidades es la verdadera expresión de compasión. Aunque las circunstancias no son las mismas, he visto ejemplos en comunidades en India, donde yo vivo, que me han convencido que con entusiasmo y una adecuada organización, incluso la gente con discapacidades vitales puede tener dignidad y llegar a ser reconocidos como miembros productivos de la sociedad.

El Grupo de Sobrevivientes de Minas Antipersonales y Municiones sin Estallar de las Américas (GSMMA.org), está desarrollando una excelente labor al llamar la atención sobre la necesidad urgente de desarmarse, de destruir los almacenamientos de armas, y de apoyar a las víctimas. Yo ofrezco mis oraciones esperando que los gobiernos y profesionales médicos y de las ciencias sociales responderán pronto y en forma positiva para que medidas necesarias y apropiadas se implementen a la brevedad.


Julio 9 de 2004.

Prefacio

Como hubiésemos querido que nunca hubiese existido la necesidad imperiosa de construir este libro. Que nunca hubiésemos tenido que luchar por llevar a la luz lo que ha estado en penumbra desde la década de 1970. Que ninguna de las historias de dolor que aquí se expondrán hubiese sucedido. Sin embargo, la falta de preocupación o conciencia, de algunos hombres de armas no lo permitió.
Las historias de dolor causadas por motivos belicosos son tan antiguas como el hombre mismo, pues éste siempre ha batallado entre el bien y el mal, dejando una senda amarga de dolor y destrucción en la que realmente ninguno de nosotros es vencedor, sino muy por el contrario. Todos somos perdedores.
Al observar la línea del tiempo, resulta fácil distinguir que la magnitud de las atrocidades que es capaz de cometer el hombre, fundamentalmente por su ego y afán de poder, tiene una tasa de crecimiento ascendente. La mayor capacidad de destrucción resulta de una trágica combinación de factores: los avances científicos y tecnológicos, el deseo de expansión territorial, de dominación y la escasa tolerancia a la diversidad, entre otros.
Es indiscutible afirmar que el gran avance tecnológico que ha tenido lugar a contar del 1900 encontró su origen en razones bélicas y no de bienestar global. Desde la I Guerra Mundial las mentes privilegiadas, pero mal orientadas, de científicos fueron presionadas para diseñar las armas atroces que causarían la muerte a sus hermanos. Con esto se inicia la industria armamentista, que para algunos perseguiría beneficio material a su capacidad empresarial, para otros sería la herramienta para alimentar su afán de poder y para otros simplemente sería el dolor y la muerte.
A lo largo de la historia se han creado tantas armas como mentes en penumbra y corazones sin compasión han existido en la faz de la Tierra, desde simples diseños mecánicos como catapultas y ballestas, pasando por diseños químicos y biológicos, para terminar en las temibles armas basadas en energía nuclear. Los terribles efectos de algunas de estas armas pueden significar la maldición de varias generaciones, en especial las sofisticadas armas nucleares. Así mismo existen armas de simple diseño que perduran en el tiempo y que aguardan silenciosamente por su presa, que no distinguen entre tiempos de paz ni de guerra, entre un niño inocente y un soldado en combate…las minas terrestres.
Las minas antipersonales y antivehículos se convirtieron rápidamente en los soldados predilectos por las fuerzas armadas del mundo, pues su costo de producción es marginal en relación al necesario para apostar un soldado en esa ubicación o al daño que son capaces de causar a su víctima y los costos asociados para el ¨enemigo¨. Sí es claro que el daño en términos de crimen contra la humanidad es inconmensurable e irrecuperable.
Después del período de conflicto, estas armas que duermen bajo tierra, serán rastreadas para su extracción, pero sólo si existieran los recursos y la conciencia del daño que pueden ocasionar al ser halladas por alguna persona. Actitud que parece no haber existido en numerosos países.
El soldado silencioso es motivo de mutilaciones y muertes en todo el mundo, por este flagelo una víctima padece cada 20 minutos, es decir, cuando usted termine de leer este prefacio habrá un muerto o un mutilado más sobre la faz de la Tierra. Así, cada día lamentamos 72 accidentes, cada mes lloramos 2160 víctimas y cada año recordamos 26000 de ellos.
A causa de este horror es que muchos corazones compasivos decidieron batallar unidos en favor de la vida y de la esperanza de tener un mundo mejor.
A contar de 1997 los esfuerzos de muchas personas comienzan a tomar forma en el Tratado de Ottawa que marcó el inicio del repudio a estas armas. En distintas locaciones del mundo las personas se agruparon como sociedades civiles u organizaciones no gubernamentales para continuar la lucha a favor del desarme y de la vida.
Este texto es una pequeña muestra de la batalla que emprendemos como almas jóvenes ansiosas de lograr un cambio; de contagiar de esperanza, razón y compasión a quienes la han perdido o nunca la han conocido. De esta forma, esperamos que los Estados Parte de la Convención de Ottawa, prioricen sus esfuerzos para ir en ayuda de las personas y que recuerden que ellas son el pilar fundamental de la razón de existencia de dicho Tratado.


Viña del Mar, 18 de julio de 2004

José Miguel Larenas Mahn
Enrique Larenas Hillerns

Agradecimientos

Son tantos quienes han ayudado en la elaboración de este proyecto, que requirió de más de 2 años de esfuerzo, trabajo y colaboración, que nos llena de alegría el momento de cuantificar el número de personas que han apoyado este proyecto educativo como testimonial.
En primer lugar queremos agradecer el valioso aporte de Su Santidad Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, quien a pesar de su ocupada agenda aceptó nuestra invitación para enviar un mensaje a los niños de hoy, que esperamos también llegue a los hombres de hoy. Quizá este mensaje tenga el poder de tornar corazones insensibles en compasivos.
El trabajo realizado nunca hubiese sido posible sin el valioso aporte y compromiso de cinco representaciones diplomáticas que aunaron esfuerzos para lograr el total de fondos requeridos. Queremos agradecer a las representaciones diplomáticas de Australia, Canadá, Holanda, Suiza y Noruega por la confianza depositada y muy especialmente a sus Excelentísimos Embajadores: Sra. Elizabeth Schick (Australia), Sr Daniel Livermore (Canadá) Sr. Patrick Parisot (Canadá) Sr. Bernard Giroux (Canadá), Sr. Hinkinus Nijenhuis (Holanda), Sr. Charles-Edouard Held (Suiza) y Sra. Mona Elisabeth Brøther (Noruega).
En estas embajadas encontramos también especial interés por parte de la Vicecónsul Sra. Glenda Toffolon (Australia); Primer Secretario Sr. Conrad Shek (Canadá) y del Primer Secretario Sr. Dieter Cavalleri (Suiza). Asimismo, sentimos el constante apoyo y preocupación, desde el inicio de GSMMA, hasta su partida a su país de origen, por parte del Segundo Secretario Señor Jeffrey Marder (Canadá) y de la Señora Mélanie Régimbal de la Misión Permanente de Canadá a la Organización de Estados Americanos.
Contamos también con el valioso aporte de Kodak Chilena S.A.F. representada por su Product Manager Sr. Rodrigo Correa.
Este proyecto y todos los proyectos de GSMMA se han realizado bajo el constante alero de la Universidad Técnica Federico Santa María, que se ha ocupado de la recepción de las donaciones y de su correcta administración en el Departamento de Industrias gracias a la gentileza de su Rector Sr. Giovanni Pesce; Directora de Relaciones Estudiantiles Sra. Myriam Flores; Director Departamento de Industrias Sr. Cristóbal Fernández. Muy especialmente queremos agradecer al Sr. Aldo Araneda, profesor de este departamento, por su constante participación en el desarrollo de este y todos los proyectos GSMMA.
Reconocemos el esfuerzo y compromiso de la Escuela Hermanos Clarck de la ciudad de Viña del Mar, quienes gentilmente accedieron a evaluar las historietas en todos los alumnos desde Pre Kinder a Octavo Básico. Agradecemos a todos los profesores representados por su directora Sra. Paulina Montenegro y muy especialmente a la Srta. Katherine López por gestionar toda la evaluación. Agradecemos a los niños que participaron en el concurso de dibujos, que fue una de las herramientas de evaluación, especialmente a los ganadores: Srta. Ilyn Heresmann, Sr. Felipe Baliero, Sr. Matías Nanjarí, Srta. Andrea Mandiola, Sr. José Herrera, Srta. Camila Andrade, Sr. Andrés Valencia, Sr. Alejandro Revés, Sr. Ernesto Richelmi, Sr. Sebastián González, Srta. Alejandra Pavés, Srta. Cecilia Olivera.
Agradecemos al grupo de jóvenes corazones que participaron con ahínco y con mucho cariño en este proyecto: Sr. Jhohan Aasgard, Sr. Marco Barraza, Sr. Rafael Herrera, Sr. Rodrigo Correa, Sr. Jaime Cárdenas, Sr. Rodrigo Espinoza, Sra. Victoria Fuentes, Sra. Maritza Fuentes, Sr. Aurelio Lamas, Sra. Lucía Larenas, Sr. Enrique Larenas, Sr, José Miguel Larenas, Sra. Katherine López, Sr. Claudio López, Sra. Sra. Soledad Maureira, Sra. Ida Sessarego, Sra. Lidia Sierra, Sr. Gonzalo Torres, Sr. Cristóbal Torrealba, Sr. Mauricio Vega y Sra. Paola Vega.

Prolegómenos

NACIMIENTO DE GSMMA.ORG
El Grupo de Sobrevivientes de Minas Antipersonales y Municiones sin Estallar de las Américas (GSMMA) es el resultado de la iniciativa propuesta por sobrevivientes latinoamericanos como consecuencia del primer programa “Elevando las Voces”. Este programa se desarrolló en el marco de la Convención de Ottawa, mientras tuviera lugar la reunión intersesional de “Comités Permanentes” de dicha convención, sostenida en el Centro Internacional de Desminado Humanitario de Ginebra, en Suiza en mayo de 2001.

Sus fundadores son los Señores: José Miguel Larenas (Chile), Edgard Moreno (Colombia); Alonso Cardoso (Colombia), Nelson Castillo (Ecuador), Jesús Martínez (El Salvador), Porfirio Gómez (Nicaragua), Denis Hernándes (Nicaragua) y Carlos Orozco (Nicaragua) bajo la dirección de la Señora Raquel Willerman de la organización “Land Mine Survivors Network”.

Ellos observaron que los Estados Parte del Tratado de Ottawa no recibían información fidedigna del estado de las víctimas y debido a esto, mal podrían focalizar la ayuda humanitaria en forma eficaz y eficiente. De esta forma, se percibía que la ayuda no llegaba a las víctimas en la cuantía requerida, sino que era centrada en destrucción de existencias de minas antipersonales, remoción de campos minados y recuperación de tierras contaminadas con estos explosivos y municiones sin estallar.

Lo anterior impulsa a la recién nacida agrupación civil GSMMA a luchar por remediar esta situación aunando las voces de las víctimas en los países latinoamericanos para hacerse escuchar y pedir a los Estados Parte, ayudar eficiente y eficazmente a las víctimas. Este importante objetivo no encontraría sustento debido al nulo apoyo financiero de los Estados Parte locales.

Sin embargo el proyecto seguía adelante en las mentes y corazones de sus fundadores que se separaron para regresar a sus países para enseñar las lecciones aprendidas en beneficio de sus pares.

Resultó complicado mantener la cohesión de GSMMA debido a la distancia y falta de una red consolidada que mantuviera un constante flujo de información. La mayoría de sus fundadores vivían en poblados rurales que difícilmente podrían alcanzar comunicación más allá de sus respectivas comunidades. Sin embargo un reducido grupo de ellos persistió en la idea.

INTERNET Y GSMMA.ORG
José Miguel Larenas, en ese entonces estudiante de Ingeniería Civil Metalúrgica en la Universidad Técnica Federico Santa María, solicitó ayuda de amigos para dar una estructura formal al primer proyecto GSMMA, que ayudaría a establecer lazos de comunicación entre las victimas y la opinión pública haciendo uso de la red global Internet. Para que el proyecto fuera elegible de financiamiento se solicitó la intervención del Departamento de Industrias de dicha universidad para que realizara la administración financiera.

El paso siguiente sería conseguir los preciados fondos para desarrollar el proyecto. Esta tarea no estuvo libre de trabas, pues se solicitó ayuda a numerosas empresas, instituciones y representaciones diplomáticas en Chile y no se obtuvo ninguna respuesta alentadora.

Lo anterior motivó a Larenas a hacer notar a la asamblea, en la III Reunión de Estados Parte sostenida en septiembre de 2001, su malestar por la falta de sensibilización en Chile. Manifestó además, que sin el apoyo de alguna Embajada en este país, sería imposible lograr realizar este proyecto.

Este discurso logró motivar al Embajador de la misión permanente de Canadá, Sr. Daniel Livermore, para que gestionara el parcial auspicio del proyecto a través de la Embajada de Canadá en Chile y del Departamento de Asuntos Exteriores del Gobierno de Canadá.

De esta forma, se dio inicio al primer proyecto, informativo y educativo a través de la red Internet que puede ser visitado en www.gsmma.org.

Este Sitio Web ha permitido la comunicación entre muchas personas, ha sido objeto de concursos de dibujo, denuncias de hallazgos explosivos, denuncias de víctimas, gran cantidad de opiniones que han apoyado esta batalla para detener este flagelo.

Las denuncias de hallazgos de explosivos en zonas urbanas y rurales, han sido responsablemente remitidas a la Comisión Nacional de Desminado de Chile. Y toda la interacción del público queda registrada en una base de datos dinámica.

ACTIVIDADES DE GSMMA EN CHILE
GSMMA como agrupación civil se subdividió en agrupaciones locales en beneficio de la autonomía y la celeridad operacional, así, existe hoy GSMMA-Chile, GSMMA-Colombia, GSMMA-Ecuador y GSMMA-Nicaragua, permitiendo que cada uno avance en la dirección que estime conveniente dadas sus condiciones de contorno.

En el caso de GSMMA-Chile, este primer proyecto permitió la construcción de cinco nuevos proyectos humanitarios, estos son: Prótesis para víctimas de minas antipersonales (MAP) y municiones sin estallar (MUSE) en Calama, Expedición al Desierto de Atacama en búsqueda de victimas de MAP y MUSE, Estudio exploratorio “Una aproximación al daño psicosocial de victimas de MAP y MUSE en Chile”, Concurso de innovación Tecnológica para la detección y eliminación de MAP y MUSE, Gestión de proyectos sociales y humanitarios para victimas de MAP y MUSE y el último de ellos este libro educativo y testimonial.

Estos proyectos han sido presentados a algunas empresas del sector privado y a representaciones diplomáticas desde octubre del 2002.
De los cinco proyectos, hemos logrado el financiamiento para uno de ellos, este texto, que esperamos logre sensibilizar a la comunidad política, diplomática y empresarial para así obtener apoyo en aquellos proyectos que aún esperan.
Hemos tocado todas las puertas que nos parecen pertinentes y seguiremos haciéndolo, pues la tarea no está culminada, sino que recién empieza.
El día de hoy, centramos todos nuestros esfuerzos en lograr llevar prótesis a victimas en el norte de Chile, víctimas que en 25 años no han recibido ayuda de ninguna forma, víctimas que hoy reparan sus prótesis en forma artesanal para que permanezcan medianamente funcionales, con trozos de caucho, cintas adhesivas y alambres.

EL SEGUNDO PROYECTO
Luego de las numerosas negativas recibidas al presentar el proyecto educativo para niños y adultos, se decidió reformular su estructura financiera y solicitar aportes de menor cuantía pero distribuidos en varias embajadas, de tal forma que sumados sus aportes reunieran el 100%. El proyecto volvió a ser presentado a la Embajada de Canadá, materializando su apoyo en marzo de 2003. Este primer aporte permitió que iniciáramos parte del trabajo. Posteriormente se recibió el aporte de las Embajadas de Noruega y Suiza en junio y julio respectivamente. Este aporte vino a apoyar las actividades ya iniciadas, pero no permitía la finalización del proyecto. Finalmente se logró el apoyo de las Embajadas de Holanda y Australia, en enero y abril respectivamente, permitiendo la continuidad y finalización de esta empresa que se ha extendido por casi tres años.


ESTRUCTURA DEL LIBRO
Este texto consta de cinco partes principales, la primera de ellas, “Opinión Experta” es una entrevista realizada a un perito en explosivos retirado del Ejército de Chile.

La segunda parte, “Dolor de Padres”, muestra las experiencias de padres que han sufrido con sus hijos el dolor que causa este flagelo.

La tercera parte, “Victimas en Chile”, muestra las experiencias de seis víctimas de minas antipersonales o municiones sin estallar en el norte de Chile. Como se podrá observar, de las seis historias relatadas, solo una de ellas pertenece a un Oficial del Ejército de Chile. Se contactó a la Comisión Nacional de Desminado de Chile (CNAD), representados por el Coronel Rafael Guerra, quien amablemente estableció los lazos para entrevistar a tres oficiales en retiro y uno en servicio activo. Lamentablemente a pesar de haberles contactado y aceptado la entrevista, luego no fue posible volver a ubicarles. Por otro lado, se envió el testimonio del único entrevistado a la CNAD y al entrevistado en particular para rechazar o aceptar su relato pero no se obtuvo respuesta alguna. Por otro lado, se quiso entrevistar al Señor Adrián Rojo en la ciudad de Calama quien a pesar de haber aceptado formar parte del proyecto decidió abstenerse de hacerlo debido a su malestar por no haber recibido las prótesis que GSMMA-Chile trató de gestionar con diversas instituciones y embajadas.

La cuarta parte, “Victimas Latinoamericanas” consta de tres relatos de quienes dirigen GSMMA en Ecuador, El Salvador y Colombia.

Finalmente, la quinta parte expone, a través de ilustraciones construidas digitalmente, que requirieron de todo el tiempo de duración de este proyecto, siete capítulos especialmente diseñados para niños mayores de seis años.


EVALUACIÓN DEL IMPACTO DE LAS HISTORIETAS
El impacto de estos capítulos fue responsablemente estudiado en la totalidad de los alumnos de la Escuela “Hermanos Clarck” en la ciudad de Viña del Mar a través del “Trabajo Pedagógico y Evaluación de Cursos en Línea de GSMMA.org” dirigido por la Profesora Katherine López. Fueron evaluados niños desde Pre Kinder hasta octavo básico quienes nunca habían conocido esta realidad.

El desarrollo de este estudio contempló varias etapas, sin embargo, la más importante de mencionar dice relación con el enfrentamiento a las imágenes en la pantalla del computador. Los niños visitaban el Sitio Web y veían todos los capítulos en animaciones digitales, en su sala de computación. Mientras las observaban, los profesores analizaban sus reacciones y comentarios en grupo. Se observó conmoción y tristeza en los rostros de los niños.

Resultaba importante determinar el impacto emocional en los niños, pues algunas de las escenas presentadas ilustran dolor físico extremo, mutilaciones e incluso muerte, sin embargo llamó profundamente la atención que los niños no estuvieran impactados por eso, pues manifestaban que en la televisión abierta veían escenas bastante peores(esta observación abre el camino para que otros grupos de estudio socio-pedagógicos analicen el impacto de la violencia en los medios sobre la emotividad en la infancia). Lo que realmente les impactaba se podía escuchar de sus labios: la falta de solidaridad y compasión en el mundo por los discapacitados; la injusticia asociada a estos accidentes en términos de la inexistencia de responsabilidad civil; la importancia de continuar la labor de educación para prevenir y sensibilizar a la comunidad; el repudio a los encuentros armados y a la agresión en general; hacer valer los Derechos de los Niños y los Derechos Humanos. Culminan sus opiniones solicitándoles a las autoridades que actúen en beneficio de las personas mutiladas y su entorno.

Posteriormente se solicitó a los alumnos que plasmaran su sentir en un dibujo y que lo titularan. Los dibujos hablan por si solos y pueden ser observados en nuestro sitio web www.gsmma.org en “El Rincón de Los Niños”.

EL TRATADO DE OTTAWA
La historia de este tratado internacional es larga. La Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción, acordada en Oslo, Noruega, el 18 de septiembre de 1997, es conocida también como el Tratado de Ottawa, por ser la culminación de un proceso que se inició en esa ciudad canadiense, donde se estableció el 5 de octubre de 1996 la Declaración de Ottawa, que fue apoyada por la Declaración de Bruselas del 27 de junio de 1997, en cumplimiento del llamado hecho por Canadá a las naciones del mundo, con el fin de analizar y poner pronta solución al flagelo que las minas antipersonal han causado a la humanidad por muchas décadas del siglo XX, y continuarán causándolo durante el siglo XXI y probablemente más allá de él. Chile ha signado este tratado, la Cámara de Diputados lo aprobó en artículo único el 10 de octubre de 1998, la cámara del Senado 3 de mayo del 2001 y el Estado de Chile ha depositado el instrumento de ratificación en las Naciones Unidas el 10 de septiembre del mismo año. El resto del mundo continúa trabajando para controlar el flagelo.

…No sólo a ello compromete la Convención, sino además a destruir todas las minas antipersonal colocadas en campos minados a más tardar en un plazo de 10 años, a identificar todas las zonas bajo su jurisdicción o control donde se sepa o sospeche que hay minas antipersonal, a marcar adecuadamente el perímetro de los campos minados y señalizar estas áreas por medios seguros, para garantizar la eficaz exclusión de civiles hasta que hayan sido destruidas. Además, en el inciso 3 del Artículo 6 se establece que cada Estado Parte proporcionará asistencia para el cuidado y rehabilitación de las víctimas de minas y su integración social y económica, así como para los programas de sensibilización sobre minas, lo que puede implementarse “inter alia”, por conducto de las Naciones Unidas, Comité Internacional de la Cruz Roja y las sociedades nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y Organizaciones no Gubernamentales.

Jaime Cárdenas

-Señor Cárdenas, desde nuestro punto de vista Usted es en estos momentos el principal experto en explosivos militares en el país. Quisiéramos que nos explicara cuál ha sido la instrucción que usted ha recibido en esta materia, que lo ha hecho poseedor de tal grado de conocimiento.
-Bueno, yo he sido militar profesional. Mi instrucción empieza el 1 de abril de 1973, cuando ingreso a cumplir con mi Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento de Ingenieros Arauco, de Osorno. Allí me interesé en el tema de explosivos, y por ello ingresé a la Escuela de Ingenieros Militares en 1975, donde me gradué como instructor de Ingenieros, y entonces fui destinado al Regimiento de Ingenieros N°1 de Chuquicamata, y luego al RIM 15 de Calama, que es un regimiento de infantería, donde era yo el único ingeniero, y tenía la función de asesorar al contingente y los mandos en materias de explosivos en general, llámense minas, proyectiles y todo tipo de munición de artillería. El ejército consta de varias armas: Infantería, artillería, blindados, ingenieros, telecomunicaciones etc. El arma de ingeniería se encarga de explosivos y medios de paso. En esta zona los medios de paso son de importancia secundaria, el único obstáculo natural al avance de tropas es el rió Loa, el cual es, naturalmente, fácilmente salvable, de modo que lo importante acá son los explosivos, y en esa área yo era el experto. Soy profesor militar en explosivos, minas y campos minados. También fui instructor de guías de frontera para todos los grados y rangos de todas las unidades del Norte de Chile, cuyos miembros escogidos acudían a Calama a recibir esta instrucción. Fui profesor en todas estas materias en los cursos de ascenso de los distintos rangos, que contemplaban estas asignaturas, hasta mi retiro del Ejército en 1987.
-Nos queda claro, señor Cárdenas, que su experiencia y conocimiento en el tema que nos preocupa es extenso. Además, en el área privada, usted ha continuado trabajando en contacto con elementos explosivos en tronaduras y rastreo. Ello hace que esta entrevista sea de importancia fundamental para nosotros, pues queremos recoger su opinión respecto a su visión del problema de las minas antipersonal, antitanque, y proyectiles sordos en nuestra región. Como usted sabe, muchas personas, civiles y militares, han sufrido serias lesiones o han resultado muertos por esta causa.
-Estoy en conocimiento de ello, y el tema es extenso, y sus soluciones encierran un alto grado de dificultad. Trataré de explicarle resumidamente a usted porqué.
Mientras yo serví en el RIM 15, recibíamos cientos de llamadas y denuncias por de hallazgos de proyectiles de grueso calibre encontrados en diversos puntos de la zona, como las serranías de Limón Verde, Moctezuma o El Abra, cuando empezaron las faenas de esa empresa minera. En El Abra, a manera de ejemplo, estaba lleno, realmente lleno de ellos, eran increíbles las cantidades que encontrábamos, llenábamos vehículos y más vehículos con explosivos de todo tipo. También participé en un rastreo preliminar que se hizo y recogíamos cantidades enormes de explosivos de todo tipo: bombas de mortero de 120 mm, de 81 mm, proyectiles de artillería de 106 mm. etc.
-¿Es improbable entonces quesea zona haya sido limpiada por completo?
-Es muy difícil. Claramente, toda esa zona donde ahora se emplaza el mineral de El Abra era un polígono de tiro militar.
-¿Porqué se enteró usted con tanto detalle de todos estos hallazgos? Habitualmente ni siquiera conocen estos riesgos muchos miembros del mismo ejército.
-Yo, como único ingeniero de la unidad, estaba a cargo de salir a buscar estos elementos y hacerlos detonar. Así me especialicé en la detección y en el manejo de todo tipo de proyectiles.
-¿Cómo pudo llevarse a cabo en ese lugar una faena minera, teniendo en cuenta los riesgos que ello involucraba para los trabajadores? Bueno, estoy cierto de que los trabajadores no sabían, y quizá aún no saben el terreno que pisan, no creo que lo hayan especificado en los contratos de trabajo.
- Los emplazamientos de las instalaciones de El Abra fueron rastreados, en superficie inicialmente, por el Ejército, y luego, se hizo un rastreo más profundo por parte de una empresa privada, P&P Tronaduras, que utilizó detectores de metales en su trabajo. De modo que las instalaciones industriales mismas, podría decirse que están limpias. Y las áreas que no fueron adecuadamente rastreadas están debidamente señalizadas como tales: “área con riesgo de explosivos”, de modo que la gente no se interne en esas áreas.
-¿Usted cree que esto asegura absolutamente que no es posible encontrar explosivos en áreas de trabajo?
-De ninguna manera. Cuando uno ha trabajado con estos elementos sabe que es imposible asegurar las condiciones de un terreno que ha sido barrido por fuego concentrado de artillería. En los botaderos de El Abra, por ejemplo, se están dejando grandes cantidades de material que se depositan sobre áreas no rastreadas, y no puede descartarse que en el futuro se efectúen allí movimientos de tierra que descubran elementos explosivos. Esto podría suceder en el caso de reprocesar estos ripios, lo que como sabemos se ha hecho en otros minerales.
Hay que tener en cuenta que El Abra fue un polígono de tiro desde 1940 aproximadamente, y proyectiles que yacen a 30, 40 o más cm. de profundidad son prácticamente indetectables, salvo procedimientos muy especiales de rastreo, con instrumental de alta tecnología del que en la actualidad se dispone, que ha sido adquirido por la presión resultante de la adhesión del Estado de Chile en septiembre del 2001 al Tratado de Ottawa y la obligación impuesta por la legislación internacional en relación con el levantamiento de campos minados, para lo que hay un plazo de 10 años, prorrogables. No basta con tener los instrumentos para ello, sino también aplicar métodos de rastreo muy acuciosos, que están también establecidos en las normas emanadas de las Naciones Unidas para delimitación y señalización de áreas de riesgo. No se trata de mirar sólo la superficie del terreno sino de cuadricular las áreas de riesgo metro a metro, y aplicar los métodos de detección también metro a metro. Eso es una labor titánica, prácticamente imposible dada la enorme extensión de suelos que hay que rastrear.
-Según su experiencia, ¿cuál es la data de los proyectiles que con mayor frecuencia han causado lesiones?
-Desde 1960 en adelante. Encontramos munición hasta de 1945, pero ello es muy raro. Generalmente encontrábamos munición de 1969 a 1972. El proyectil tiene inscrita en la parte posterior del vaso la fecha de fabricación y el lote a que pertenece, y nosotros registrábamos esto. Al parecer en esos años se hizo gran importación de munición española y norteamericana que tenía un bajo grado de calidad y una alta tasa de falla, pues una proporción notable no hacía explosión al impactar en los blancos. En ello me baso para afirmar que era munición de mala calidad técnica. Principalmente bombas de mortero de 120 mm. y proyectiles 106 mm. antitanque, que eran disparados por cañones montados en vehículos que hacían tiro de línea tensa. Cuando no daban en el blanco, situado generalmente en los cerros, sobrepasaban el cerro y en la vertiente opuesta daban botes en el suelo hasta quedar detenidos sin explosar.
-¿El riesgo está dado sólo por proyectiles sin explosar?
-No. Ese es un aspecto importante. Hay proyectiles como los 106 que hacen explosión, pero sólo de su carga principal. Llevan además una carga multiplicadora en la cola, en el vaso, donde se sitúan las aletas estabilizadoras, que queda frecuentemente como remanente, parcial o completa, y que es lo que se encuentra en cantidades en el desierto, y personal incluso militar cataloga a estos restos de “inactivos”, lo que es un tremendo error, pues contienen una cantidad residual de 60 o 70 gramos de TNT. De 20 colas de proyectiles que se encuentran, aparentemente inofensivas, 5 tienen la carga multiplicadora aún. En condiciones de explosar si son sometidas a alta temperatura o percusión, por tiempos indeterminados, que pueden ser muchas décadas.
-¿Y esta carga qué daño es capaz de causar?
-Es suficiente para hacer desaparecer la mitad del cuerpo de una persona.
-Respecto a la dudosa calidad de estos explosivos, ¿ésta se mantiene, o ha mejorado en los últimos años? ¿Actualmente, aún quedan explosivos sordos?
-A partir de los años 90 empieza a notarse una mayor preocupación o rigurosidad de los mandos por neutralizar este riesgo en las prácticas de polígono. Se contabilizan las detonaciones y los tiros efectuados, y se buscan los que no han detonado. Pero hay que entender que cuando se trata no de tiro de polígono, sino de maniobras de guerra, en que muchas baterías disparan simultáneamente, es prácticamente imposible saber si todos los tiros hicieron explosión. Puede haber una sola explosión de 2 o 3 proyectiles al mismo tiempo, por ejemplo. Entonces, pueden hacer fuego 10 cañones y producirse sólo 8 detonaciones, de modo que uno no sabe si hubo detonaciones simultáneas. Además, como estas maniobras simulan un combate en condiciones reales, puede ser que se disparen las baterías en la noche, y es muy difícil después contabilizar los impactos, o saber en qué sitios pudieron quedar algunos sin explosar.
-¿Hay otras áreas cerca de Calama que deban considerarse riesgosas?
-Además de las ya mencionadas Topáter, Moctezuma, Limón Verde, El Abra, deben tenerse en cuenta los sectores de Lomashuasi, El Peuco, y el área donde se instala el mineral Gaby, entre muchos otros. Sin mencionar múltiples áreas cercanas a San Pedro de Atacama, como el Valle de la Luna mismo.
-En Lomashuasi fueron encontrados proyectiles luego de un rastreo ordenado directamente por su Excelencia el Presidente de la República a la Gerencia General de Chuquicamata, ya que se disponían a construir poblaciones en ese sector. Nosotros como GSMMA informamos del riesgo directamente a S.E., quien acogió prontamente la denuncia. Después de efectuado el rastreo por el ejército, y retirados algunos proyectiles, que efectivamente se encontraron, así como partes de ellos, se consideró por parte de la administración de CODELCO que esta zona está libre de riesgo. ¿Usted concuerda en ello?
-Yo diría que esa zona es de riesgo aún. No de un riesgo alto, pero de riesgo. Allí se hacían prácticas de tiro de artillería y simulacros de combate. Esto podría parecer una infidencia, pero es un hecho que se encontraban proyectiles y para no perder tiempo en desactivarlos, además ello era de altísimo riesgo, se cavaban hoyos de 1 metro y se los enterraba. De modo que difícilmente podría garantizarse esa área como limpia. Quizá superficialmente sí lo esté. Pero yo como experto, no me arriesgaría a emitir un certificado de garantía en las condiciones actuales, conociendo cómo se hizo el rastreo. Hay que considerar que los movimientos de tierra que se harán allí, los operadores de maquinaria no se dedican a buscar explosivos, sino a hacer su trabajo, de modo que un proyectil puede ser removido de un lado para otro en la pala de una excavadora y quedar en cualquier lugar sin que nadie se dé cuenta hasta su detonación. Sobre todo teniendo en cuenta que la operación no fué hecha por parte independiente.
-¿Y respecto a El Peuco, cuál es la situación? ¿A qué se debe que este sector pueda considerarse riesgoso en el aspecto que nos preocupa?
-A que hacia allí se apuntaba artillería desde los patios del regimiento. Era un blanco de proyectiles.
- Entiendo que el sector fue rastreado después de una denuncia nuestra.
-Bueno, ahí se hizo un rastreo, hace mas de 1 año, no recuerdo la fecha; estuvieron 3 días usando detectores de metales y se declaró zona limpia de explosivos. Pero dadas las características técnicas del equipo empleado y el método aplicado, para mí no fue satisfactorio el rastreo.
-¿Podría fundamentar esta opinión?¿Los equipos no son de buena calidad?
-Sí, los equipos de que dispone actualmente el ejército son de muy buena calidad, con una capacidad de detección mucho mayor que los que se usaban hasta hace poco. Muy precisos, computarizados, algunos pueden hasta dar una imagen en pantalla de lo que se encuentra bajo la superficie, sus dimensiones, su forma, etc. Claro que hay una serie de aspectos técnicos que considerar, como la influencia del tipo de suelo, su salinidad, su composición química y otros, que sería inoficioso analizar en esta entrevista. Pero, en resumen, lo importante es que sus tiempos de operación no son cortos. Para rastrear certeramente 25 cm cuadrados se requieren 10 minutos, lo que significa que para examinar la gran cantidad de hectáreas que tienen esos terrenos, si se hubiera hecho con un método riguroso, aún hoy estarían trabajando en ello.
-¿Y en qué situación de riesgo estaría el sector Gaby, donde actualmente se inician faenas mineras de CODELCO?
-Ese sector es una superficie de grandes dimensiones que sirvió en su época como campo de prácticas de artillería, y por lo tanto, contiene todo tipo de explosivos. En su momento, yo ofrecí a la autoridades de CODELCO efectuar allí un rastreo sistemático, pero no lo consideraron necesario. Podría decirse que Gaby está en el centro mismo de lo que fue un área de uso masivo de artillería. Mientras serví en el ejército encontramos allí todo tipo de munición.
-Parece ser que el problema básico es que la visión de las autoridades tanto empresariales como de gobierno difiere mucho de un enfoque netamente técnico del asunto. A juicio de GSMMA, se trata de una estrecha utilización de la relación costo-beneficio, que no considera los aspectos humanos del asunto. Creemos que se limitan a pensar que el costo de estas labores de limpieza es tan elevado que es preferible dejar las cosas como están y simplemente esperar que los explosivos sean encontrados accidentalmente por las personas, con resultado de mutilación o muerte. Nosotros creemos que evitar la mutilación de una sola persona justifica lo que se invierta en ello. Dado que el Estado de Chile nunca ha respondido por estos delitos, (cuasi delito de lesiones graves u homicidio) resulta financieramente más económico fingir que el problema no existe. Es algo perverso, una aberración en contra del Derecho Humanitario Internacional. ¿No lo vé usted así?
-Bueno, no quisiera pensar que a las autoridades no les importa la ciudadanía, sería demasiado duro aceptar eso. Sí creo que no tienen conciencia del problema, y que se encuentran en un estado de gran ignorancia al respecto, y que cometen el error de confiar sólo en la opinión de las FFAA., creyendo que los expertos están sólo allí y son infalibles, en circunstancias que hay peritos en el área privada que también tienen mucho que decir en estas materias, y de manera independiente de presiones o confidencialidades.
-Entonces, en Gaby hay un riesgo latente.
-Por cierto. Y los problemas van a comenzar cuando se inicien los trabajos de explotación, de movimiento masivo de tierras, de ingreso de trabajadores de empresas contratistas, de tránsito fuera de los caminos ya probados por el tráfico, lo que inicialmente es inevitable.
- Para terminar con el tema de proyectiles, ¿hay otros lugares con riesgo de proyectiles?
-Desgraciadamente además de los lugares mencionados, hay que agregar el sector Valle de la Luna. Es lamentable decirlo, pero hay que hacerlo. Hace años las baterías emplazadas en las zonas de Coyo y Solor apuntaban hacia la Cordillera de la Sal, en forma no selectiva, de modo que aún debe haber muchos proyectiles sordos en esos cerros, y el Valle de la Luna es parte de ello.
-Algo que me pareció increíble fue una información recibida en el sentido de que en el Valle de la Luna mismo, el que aparece en las postales turísticas, se encontró un proyectil.
-Más que algo increíble es una falta de responsabilidad tremenda de las autoridades, pues el riesgo es efectivo. Es más, en el año 1987, después de haberme retirado yo del Ejército, hice una completa exposición al Concejo Municipal de San Pedro de Atacama, con su alcaldesa presente, en la que mostré todos los lugares cercanos a San Pedro contaminados por proyectiles y minas, y la necesidad de limpiar estos lugares. La respuesta fue que no había recursos para hacerlo. Se da la paradoja de que el interés principal de esa comuna es fomentar el turismo, entonces se opta por no hablar de ello, ocultar el problema, en lugar de, al menos, formar conciencia respecto al riesgo, educando tanto a la gente del lugar como a los turistas que acuden a la zona.
-Sabemos que es así. Hay documentación en la prensa local de una mina encontrada en los estanques de agua de San Pedro de Atacama. Es incomprensible cómo las autoridades hacen caso omiso de toda esta evidencia. Creo que no harán nada hasta que un turista extranjero importante con seguros de alto monto comprometidos sea mutilado o muerto. Esa es a nuestro modo de ver la vergonzosa realidad. Hay una actitud realmente perversa de las autoridades involucrada en esto.
Creo que hemos tratado el tema de los proyectiles con la amplitud que es posible. Queda mucho por decir al respecto, pero por razones de tiempo, quisiera ahora requerir su opinión frente al tema de las minas, en general, aunque sabemos que el tratado de Ottawa, signado por Chile, sólo se refiere a las minas antipersonal y no a las antitanques.¿Cuál es su visión del problema de minas y campos minados en nuestra provincia?
-Minas y campos minados es un tema que me apasiona, y lo conozco en profundidad. Conozco todos los campos minados como la palma de mi mano. En nuestro país es imposible separar las minas antipersonal de las minas antitanque, pues debido a la estrategia seguida en la siembra de campos minados, en todos ellos se han mezclado ambos tipos, siguiendo un patrón de 3 a 5 minas antipersonal rodeando a 1 mina antitanque en su centro, con el fin de hacer más difícil su levantamiento. Participé personalmente en la siembra de campos minados, y en limpieza parcial de algunos campos. Digo parcial porque se retiraron efectivamente minas, en todos los campos sembrados en torno a San Pedro de Atacama en 1987. En ello participé activamente. Puedo decir, a modo de ejemplo, que en las quebradas de Lampayar y Seilao, que confluyen hacia el Llano de la Paciencia, a causa de los aluviones probablemente, se perdió el 20% de las minas que se habían instalado allí. El problema es que estos lugares fueron declarados limpios, cuando en realidad hubo muchos de estos elementos que no fueron encontrados. Cosa que no hace más que aumentar el riesgo.
Hay una gran cantidad de campos minados rodeando a la zona de San Pedro, y en general en la frontera de la región, que presentan este tipo de problema.

-¿Piensa usted que el Tratado de Ottawa se está cumpliendo en sus directrices respecto a la delimitación? Sabemos que sí se ha estado cumpliendo en cuanto a eliminación de minas de stock. ¿Pero respecto a las minas en el terreno?
-Efectivamente, eso es de dominio público, se han eliminado las minas de stock. Pero las minas que estaban en los depósitos del ejército no son un riesgo para nadie. Lo importante
es eliminar los campos minados, en forma completa, pero no hay ninguna señal que así lo indique. En campos minados activos no he visto que se esté levantando ninguna mina. Probablemente, pienso que es una explicación, el Estado de Chile esté esperando que se incluyan las minas antitanque en los términos del Tratado para iniciar los trabajos, ya que los campos son mixtos.
-Creemos que el Estado no necesita esperar esta ampliación de la legislación internacional. Sólo necesita la voluntad de empezar con estos trabajos, aunque hay plazo de 10 años prorrogable por otros 10 para hacerlo. Pero pueden empezar desde ahora. ¿Qué impresión tiene usted respecto a la señalización de los campos minados?
-Creo que es deficiente. Además, reitero que campos teóricamente levantados, y por tanto no señalizados como área de riesgo, no están limpios en realidad, lo que aumenta el riesgo. Nosotros hicimos levantamiento de campos por inspección visual solamente, faena en la que por cierto estuvimos sometidos a un riesgo altísimo. (Hay que tener en cuenta que las minas antipersonal no son metálicas, sino plásticas, por lo tanto indetectables con aparatos convencionales. Los detectores de última generación pueden eventualmente detectar sólo la aguja percutora, que significa un par de gramos de metal).Con seguridad, pasamos muchas veces al lado de las minas que luego encontrábamos. En ese tiempo ello no nos produjo a nosotros ningún problema psicológico o de otro tipo, pues cuando uno es militar, acepta los riesgos implícitos simplemente como parte del trabajo, y pone todo su empeño en hacerlo lo mejor posible. Uno cumple con su deber a como dé lugar, sin detenerse a pensar en que uno mismo puede ser herido o muerto en este cometido. Está en la esencia del militar chileno, así es como debe ser, y no reniego de ello. Pero las medidas de seguridad deben aplicarse en todas las profesiones, también en ésta. Sería irracional no hacerlo. Espero contribuir con mis conocimientos a este objetivo.
-El Llano de la Paciencia está contaminado con minas?
-Efectivamente, hay en él minas arrastradas por los aluviones. El problema es que este llano es cruzado por muchos caminos, carreteras, por gasoductos, etc. Basta que haya 1 mina perdida en el lugar para que sea inseguro transitar por él. Las empresas de los gasoductos han efectuado rastreos y desminado por cuenta propia, para poder efectuar sus obras. Pero no me parece en general que puedan asegurar esas áreas, por las razones ya expuestas.
-Esto significa entonces que grandes territorios del norte de Chile deberían ser delimitados y prohibidos al tráfico de personas.¿ Usted cree que ha mejorado la señalización de los campos minados?
-Bueno, yo he visto mejoras en los cercos y en los letreros, en algunos lugares, pero no me parece que sean suficientes. El mantenimiento de campos es ahora según creo menos riguroso que antes.
En Chacabuco hay proyectos para turismo y cultura. El año 1973 se instalaron campos minados, y en 1982 se hizo el levantamiento de ellos, debido a tres accidentes sucedidos a personal militar. Pero no fue posible recuperar un tercio de las minas.
-A nosotros nos parece que ello traduce una falta de preocupación de los mandos por la integridad del personal militar, pues no es necesario exponer a soldados profesionales a riesgos que pueden ser evitados.
-Para redondear este tema, creo que las fuerzas armadas deben delimitar sus polígonos y áreas de maniobras, como una forma de proteger a su personal y a la civilidad. Esto es un problema país, requiere legislación.
-Pensamos que esta opinión suya es extraordinariamente importante. Los países civilizados no permiten que se hagan estas prácticas en cualquier lugar. No puede ser que los terrenos que rodean el camino de Iquique al aeropuerto estén llenos de explosivos. El sector de Cerro Moreno es un caso similar. Toda esa área está contaminada.
-Yo los conmino a ustedes a requerir enérgicamente de las autoridades que intervengan en la solución de estos problemas a través de legislación específica, que hasta ahora no existe, de lo contrario la labor que ustedes hacen va a ser algo inútil
-Nuestra intención es lograr eso justamente.
-¿A usted le ha tocado personalmente ver accidentes por explosivos?
-Desde luego. El primer accidente que vi sucedió en Conchi, durante unas maniobras. Las armas de artillería se ubican detrás de la infantería. Un tiro quedó corto en su trayectoria y un compañero de curso mío fue alcanzado de lleno por un proyectil de mortero, que lo desintegró por completo.
Otra bomba de mortero reventó en el tubo, en el sector aeropuerto, murieron 6 militares, en 1982
Recuerdo a un civil que me tocó sacar del salar de Cebollar. Pasó a través de un campo que sí estaba señalizado y delimitado, de modo que aquí hubo temeridad de por medio. Era boliviano, perdió la pierna completa.
En 1984 en el Salar de Quisquiri, hubo un accidente en un campo minado en que fallecieron 2 carabineros y un ingeniero de vialidad por la explosión de una mina antitanque. Esos cuerpos estaban fragmentados y quemados por completo. También cometieron la imprudencia de internarse en el lugar estando éste cercado. Salvó con vida sólo una persona, que se había bajado a cortar los alambres.
Recuerdo otro accidente ocurrido en 1985 en el sector de Yalquincha, por error en la operación de una mina antitanque. Un capitán de ejército muy bien instruido, era comando, paracaidista, etc, un hombre muy íntegro como persona y como soldado, en una clase práctica enseñaba a detonar una mina antitanque vía trampa explosiva, por tracción a distancia con una cuerda. Sacó el seguro y empezó a extender la cuerda para llegar a donde se encontraban los soldados, pero a 10 metros de la mina tropezó con un pequeño arbusto y traccionó en su caída la cuerda. Vimos cómo su única preocupación fue interponer su cuerpo mientras caía entre la explosión que iba a producirse y el resto del personal, para protegerlo. De todos modos, además de él mismo por supuesto, murieron 2 cabos, y hubo 15 heridos, con perdida de piernas, brazos, ojos, etc.
- Es justo decir que se trató de un acto heroico, y como él debe haber muchos, pero a propósito de este caso, cabe hacerse la pregunta de cómo tratan las FFAA a sus lesionados en acto de servicio. ¿Proporcionan los medios de subsistencia necesarios a los lesionados o fallecidos, y a sus familias, en caso de los que sobreviven con discapacidad?
-Le cito el caso de un compañero mío que perdió su brazo: se le ascendió de cabo 1° a cabo 2°, y se le abonaron años para que pudiera retirarse con el sueldo correspondiente a 20 años de servicio. Se le proporcionó prótesis y asistencia médica de por vida.
-De todos modos, el ingreso de los militares es en general bastante exiguo.¿ Se les otorga además algún tipo de subsidio especial para vivienda, que generalmente no la tienen propia, o educación para sus hijos u otro tipo de indemnización?
-No, sólo lo que mencioné.
- Creo que es justo decir que en materia de compensaciones no sólo es de las fuerzas armadas la culpa de esta evidente falencia, sino también de los sucesivos gobiernos. Nos parece atroz que a un soldado que es mutilado sólo se pase a retiro anticipado y no se les otorgue lo mínimo necesario para rehacer su vida dentro de lo posible, como vivienda, educación para sus hijos etc. Nos parece tremendamente injusto que el país no asuma su responsabilidad con sus profesionales dedicados a defensa. Como tampoco lo hace, por cierto, con sus ciudadanos civiles lesionados por artefactos militares, como se demuestra en que los tribunales de justicia nunca se han ocupado de ellos cabalmente.
-Antes de terminar esta conversación quiero reafirmar mi compromiso con José Miguel, su hijo, y con usted, que como chilenos bien nacidos, están haciendo justamente lo que hay que hacer: denunciar el problema que existe, informar y educar a la ciudadanía sobre los riesgos a través de sus diversas actividades, con el fin de evitar que tantas familias sigan sufriendo estas verdaderas catástrofes. Sé que mi aporte profesional a ello será bien entendido, y pueden contar conmigo en su campaña.



ENTREVISTA HECHA POR EL DR. ENRIQUE LARENAS, AL SEÑOR JAIME CARDENAS, EXPERTO EN EXPLOSIVOS, EXMILITAR, EN FEBRERO DE 2004, EN RELACION AL RIESGO DE ENCONTRAR EXPLOSIVOS EN LA PROVINCIA DE EL LOA.

Juana Selti

Mire, la verdad, de mi RUT no me acuerdo. Después de todo, ¿para qué le sirve a uno?
Yo tuve diez hijos. Me quedan siete. Dos de ellos...mis niños...
Claro que eso sucedió hace harto tiempo. Trato de no acordarme, porque me da mucha pena. Eran mis hijitos. Menos mal tengo más hijos, si no, no sé que me habría pasado, me habría muerto de pena, creo yo.
Yo soy atacameña, nací el 28 de abril de 1939, y vivo aquí, cerca de San Pedro, en Yayes, en la calle Selti, que es el nombre de mi familia. Seguramente alguno de mis antepasados vivió por acá y le pusieron su nombre a esta calle, no sé. Nosotros somos de acá desde quizá cuando. Siglos. Quizá milenios, desde antes que llegaran los españoles a quedarse. Con sus armas. Dicen los antiguos.
Igual que ahora, que hasta hace unos pocos añitos no más andaban los uniformados por las calles y cerquita de las casas haciendo sus cosas, disparando, fusiles, ametralladoras, cañones, balas para todos lados. Qué se yo de esas cosas. Yo soy ama de casa no más. Me dedico a cuidar de mi esposo, de mis hijos, que no les falte nada, de hacerles su comida, de su ropita, me preocupo de la tierra, que se siembre, que se riegue, y esas cosas.
Les dijimos que no podía ser, que ya estaba bueno, que fueran a otras partes a disparar, lejos de las casas. Ahora ya no se ven mucho por aquí. Pero yo igual les ayudaba cuando podía, pues son gente, igual que uno. Si me pedían prestado el horno para cocer pan, se los prestaba. O para cocer las raciones, que a veces se las daban crudas, creo yo. Así, les ayudaba. Son gente, igual que uno. Sí.
¡Ah! Lo de mis hijos. Claro, los pobrecitos murieron hace tiempo, hartos años, allá en Guatín, la tierra de mi esposo. Está cerca de San Pedro, en el camino que sube al Tatio, donde están las fumarolas como las llaman, géiseres creo que les dicen los turistas, que vienen de otras partes a conocer por aquí.
Creo que fue en 1980 o 1982, no sé, se me ha olvidado. Trato de no acordarme mucho por que me duele mucho que se hayan muerto mis hijos. Uno los lleva en el vientre, le cuesta criarlos, cuidarlos, los lleva al colegio. Uno espera verlos grandes, y que estén con una cuando llega a ser vieja, como estoy ahora.
Esa vez fuimos en el camión con mi esposo y los niños, tempranito a Guatín, para ver los animalitos y trabajar en la tierra, sembrar algunas plantas. A cuidar la tierra, que era de mi esposo, de sus antepasados. A pastorear. Teníamos ahí una casita, una pieza, hecha de piedra y barro, para refugiarnos en el invierno, para guardar las herramientas, con un corral para los animales.
Entonces, como a las siete y media de la mañana llegamos y nos bajamos todos del camión, y los niños se fueron a jugar y a corretear por ahí, mientras yo buscaba las tazas, el tecito y el pan, para darles su desayuno para que después empezaran a trabajar.
Estaba en eso cuando sentí un ruido, no muy fuerte, pero un ruido raro, medio sordo. Sentí un dolor en la pierna, pero no le di importancia. Me acerqué a mi esposo, y lo vi con la mano llena de sangre. Preguntaba por los niños, y miramos a ver dónde estaban.
Mi hija se acercó a nosotros, tenía dos añitos entonces, y miraba para todos lados, y parecía no oír lo que hablábamos. Después supe que había quedado sorda por el ruido. Y los niños estaban en el suelo, a unos cincuenta metros de la casa. Corrimos muy asustados a ver qué había pasado con nuestros hijos, y...Dios mío...perdone...me da mucha pena cuando me acuerdo...me dan ganas de llorar. Mi hijito de 5 años fracasó ahí mismo...le faltaba su cabeza, pobrecito mi hijo. El corazón se me salía por la boca, no podía gritar, ni hablar, ni nada. Mi otro hijo, de 14 años, tenía su cabeza hecha pedazos, y sólo movía la mano, como para llamar a su papá, pobrecito, no quiero decir cómo estaba, no quiero acordarme. Trato de no hacerlo porque me duele. Estaba desesperada, y no hallaba qué hacer, no sabía cómo ayudarlo. No sabía qué había pasado, sólo sentí el ruido y después, encontré a mi hijo más pequeño muerto, y al más grandecito destrozado tirado en el suelo casi muerto. Así pasó. Pero movía una manito. Así es que al que estaba muerto lo tapé entero con un abrigo, y al otro lo tomé en brazos y con mi hijita y mi esposo manejando con una sola mano el camión nos fuimos a San Pedro a buscar ayuda. Llegamos donde los Carabineros a pedir ayuda.
Nos llevaron a la posta que hay en el pueblo, ahí me dijeron que yo tenía una herida grande en la pierna, que me sangraba mucho. No me había dado cuenta. Me pusieron un vendaje. A mi esposo le vendaron la mano, que también tenía muchas heridas. A mi hijo le pusieron unas vendas en la cabeza y lo mandaron a Calama, donde estaba el Hospital.
Según me dijeron después, ahí lo recibió un médico que no me acuerdo ahora cómo se llamaba, y cuando vió al niño y le sacó lo que tenía puesto en la cabeza, dijo que le faltaba casi la mitad del cráneo, y que el cerebro que le quedaba estaba a la vista, y le amarró unas venas o arterias, no sé qué serían, para que no siguiera perdiendo sangre, que ya había perdido mucha. También dijo que era muy difícil que pudiera salvarse porque sus lesiones eran demasiado graves, y que necesitaba de un neurocirujano, y en Calama no había, así es que después de ponerle sangre y sueros y vendarlo de nuevo, tuvo que mandarlo a Antofagasta donde había un hospital más grande con médicos que operan el cerebro, para ver si podían salvarlo. Así es que el hijo mío se fue en ambulancia desde Calama a Antofagasta, que está a 230 kilómetros.
Allá estuvo tres meses en el hospital. Yo iba a verlo como podía, después de que me curaron mi pierna, y me sacaron una esquirla, según me dijeron.
No teníamos dinero, y nos conseguíamos un poco con los familiares para poder pagar los pasajes. Allá había una familia amiga que eran buenas personas y me convidaban con alojamiento y con alimento mientras yo iba a ver a mi hijo, y le llevaba lo que pedían en el hospital, porque a veces no tenían. Me acuerdo que me pedían unas inyecciones que se llamaban Gentamicina, eso sí me acuerdo. Para la infección.
Y así, por aquí y por acá nos arreglábamos para poder ver a mi hijo. Mi marido estuvo un buen tiempo sin poder trabajar por su mano que le había destrozado otra esquirla, estuvo en el hospital varios días en Calama, después lo dieron de alta, pero no tenía derecho a licencia ni nada. Pero su patrón se portó bien con él y lo ayudó, y le mantuvo su trabajo. Era buen hombre su patrón.
A los tres meses murió mi hijito, de una neumonía, dijeron.
Perdí dos hijos...ni para los ataúdes nos ayudaron...no quiero acordarme más de eso...por suerte tengo otros hijos, uno ahora es mayor, ya tiene 37 años, así es que uno sigue viviendo, tengo a mi esposo, mis hijas...y sigo haciendo las cosas de la casa, cuidando los animalitos, la tierra, sembrando.
La justicia no ha hecho nada.
Dicen que fue una granada de mano. Así dijeron los señores del regimiento. Acá hay un destacamento que hace prácticas con granadas, cañones, hacen trincheras, y quedan esas cosas tiradas por ahí. Las hay en muchas partes, balas de los cañones han encontrado en varios lugares. Minas, de esas que entierran para matar a sus enemigos, han aparecido hasta en los canales de riego. Apareció una en el estanque de agua del pueblo una vez. Lo dijo el diario.
Supe que al hijo del doctor que recibió a mi hijo en el hospital de Calama le pasó algo así con una bala de un cañón en el Valle de la Luna, no sé...le ha pasado a mucha gente por aquí. También supe que a Aguilar y a Copa, que andaban recogiendo leña les pasó lo mismo, encontraron una mina.
En ese tiempo nos llevaron a la Fiscalía Militar para tomarnos declaración para un sumario. Nunca supimos el resultado de las investigaciones. Hasta hoy me pregunto qué habrá sucedido, qué habrán concluido sobre la muerte de mis hijos, mis niños.
Nunca nadie se ha acercado a nosotros para decirnos porqué paso esto.
No entiendo porque los ejercicios militares se hacen tan cerca de nuestro poblado y porque quedan estas balas abandonadas. Aquí vivimos muchos atacameños y vienen turistas de varios países. Todos corren el mismo peligro de encontrar uno de estos y terminar como mis hijos, así le pasó al hijo del Doctor Larenas
Ojalá que esto sirva al menos para que otras personas sepan que tienen que tener cuidado, y no se encuentren con una de esas cosas.



























N.del.E.
-Guatín: sector situado a unos 20 km de San pedro de Atacama. Segunda Región de Antofagasta. Chile.
-San Pedro de Atacama. Poblado autóctono de interés arqueológico mundial. Registra numerosos casos de accidentes por explosivos militares y hallazgos de diversos tipos de ellos, documentados en el registro de GSMMA (http://www.gsmma.org/)
-Copa: Juan Copa, encontró una mina antipersonal mientras recogía leña en el Llano de la Paciencia, cerca de San Pedro de Atacama, que le arrancó ambas manos en 1986. Sin intervención de la justicia hasta ahora.

Dr. Enrique Larenas Hillerns

En la guardia del Hospital Carlos Cisternas de Calama, algún día de 1980, un médico joven, egresado hacía recién 1 año, cumplía con su turno habitual de 24 horas. Transcurridas 4 o 5 horas de turno , alrededor del mediodía, ya había atendido a unas 50 personas, hombres, mujeres, niños, ancianos, con diversas dolencias, algunas banales otras graves, lo habitual. Pero lo inusual estaba por suceder. Por la mañana se había recibido un llamado de un pueblo precordillerano pidiendo una ambulancia para un niño accidentado con explosivos, y la ambulancia había recién anunciado su arribo. Bajaron de ella una camilla con un herido que internaron rápidamente al servicio de urgencias. El joven médico vio en la camilla un pequeño bulto con la cabeza cubierta por apósitos y vendas, que le habían sido puestos en la posta de primeros auxilios del pueblo de origen. Levantó los apósitos y se encontró con la visión más horrible que hasta entonces había presenciado: al pequeño, de unos 10 años de edad, en estado de coma, le faltaba casi la mitad derecha del cráneo, y estaba a la vista el cerebro lacerado, con vasos sanguíneos dejando escapar abundantemente su fluido vital. En el mismo lugar, pidió instrumental estéril y aplicó unas pinzas hemostáticas sobre el cerebro y ligó los vasos sangrantes, cubriendo la masa encefálica a la vista con apósitos. Era lo único que podía hacer. La lesión parecía mortal en breve plazo, y su reparación prácticamente imposible. Como en el hospital en que estos hechos se desarrollaban no había neurocirujano, y el niño aún sobrevivía a tan monstruosa lesión, lo estabilizó y lo envió al hospital base en la ciudad de Antofagasta. Supo después que los neurocirujanos lograron hacerlo sobrevivir un tiempo, hicieron algunas plastias en su cráneo para cubrir el cerebro, pero al cabo de algunos meses y muchos sufrimientos, el niño falleció, y fue a reunirse con sus dos hermanos que habían muerto en el lugar mismo de la explosión. La causa: un proyectil militar que encontraron mientras pastoreaban ovejas y llamas. Ignorantes del peligro, sin saber de qué se trataba, quisieron jugar con el curioso artefacto, el que al caer al suelo hizo explosión, despedazando por completo a dos de los niños y mutilando la cabeza del tercero.



El mismo médico, un año después, durante su turno, aproximadamente a las 00 horas, es llamado para atender a un joven de unos 25 años que se quejaba de un extraño dolor de súbita aparición en su flanco izquierdo. Al palpar la zona afectada, se dio cuenta de que había un orificio circular, y cerca de él, bajo la piel, un objeto duro cuyo contorno sugería un proyectil. Procedió a extraer el objeto, que resultó ser una bala de fusil. Interrogó nuevamente al paciente, dudando de su relato, pues sostenía que todo sucedió mientras dormía en su casa, despertando por el dolor. Pero el relato fue corroborado por su esposa, que estaba durmiendo a su lado. Luego se supo que varias balas habían caído cerca del altar de la iglesia, en la plaza, más o menos a la misma hora. Y que estaba en curso una maniobra militar en las cercanías de la ciudad. Conclusión: balas disparadas al cielo cayeron sobre la ciudad, y una de ellas, dada la distancia, entró por el techo de la casa del paciente en cuestión y alcanzó a penetrar sólo la piel de su abdomen. No supo cómo fue herido, ni cómo salvó milagrosamente su vida.
Pastorcitos precordilleranos, en las cercanías de San Pedro de Atacama, en el caserío de Guatín, encontraron un objeto oblongo semienterrado, cerca de su casa. Uno de ellos lo tomó, lo levantó, y al moverlo, detonó, muriendo en el lugar.
Llano de la paciencia, año 1986. Juan Copa Cruz y un amigo suyo buscan trozos de leña agachados sobre el suelo. Uno de ellos encuentra un objeto redondeado, con aspecto de un tarro de conservas, algo aplanado. Lo toma y se lo lanza a su compañero Juan, quien alcanza a asirlo, pero se le suelta de las manos y cae. La detonación le destrozó el tórax, un ojo e hizo desaparecer sus dos brazos. Era una mina antipersonal. Nunca recibió una ayuda digna del Estado de Chile, y nunca supo lo qué sucedió, pues la justicia no lo investigó, ni menos resolvió nada al respecto. Consiguió unos ganchos rudimentarios activados por el hombro contralateral, tosco remedo de una garra. Con ello ha sido capaz de trabajar para construir su casa. No denota en su voz ni siquiera rencor por lo que le sucedió. Ni sabe a quien culpar. Su mansedumbre lo atribuye al destino, ni siquiera deja escapar ahora lágrimas de rencor o impotencia por haber tenido que vivir así. Simplemente ha vivido.



Año 1970. Francisco y Luis Enrique Vergara Zaldívar, de 11 y 16 años de edad, y su amigo Silverio Morales Araya, de 12 años, pasean por un sector próximo al río Loa, en las cercanías de Calama. Encuentran un objeto metálico grande, con aspecto de cohete. Como lo encuentran vistoso y extraño, tratan de llevarlo a su casa, lo levantan y al caer hace explosión, arrancándole a los dos hermanos una pierna completa, y a Silverio las dos piernas. Una vez más, el Estado de Chile apenas se entera de que tres de sus ciudadanos han sido atrozmente mutilados e incapacitados, y no les presta la ayuda que merecen. Son hasta ahora indigentes. Uno de ellos ya murió, a los 45 años de edad, sin conocer la justicia, ni una prótesis adecuada, ni un trabajo digno. Ni tan sólo una disculpa. ¿Cómo se le explica a alguien que ha perdido sus dos piernas que se trató tan sólo de negligencia de un organismo del Estado?
José Miguel Larenas Mahn, mi hijo, paseando de madrugada por el Valle de la Luna, sector turístico conocido en todo el mundo, en las cercanías de San Pedro de Atacama, el 17 de diciembre de 1994, presintió el volcamiento de la camioneta que iba tras suyo, en la que viajaban sus amigos. Volvió a auxiliarlos, los llevó a la Posta de primeros auxilios del pueblo, luego al puesto de Carabineros local, y volvió con dos policías a intentar sacar el vehículo de las arenas del desierto, donde había caído, para dejarlo sobre el camino y poder así remolcarlo. Durante esta maniobra, la rueda trasera de su camioneta escarbó el terreno hasta hacer contacto con un proyectil de 106 mm. que estaba allí enterrado. La explosión levantó la camioneta por los aires unos cuatro metros, luego cayó envuelta en llamas. Él salió del vehículo destrozado y en llamas sin saber cómo, y se alejó de él, dejándose luego caer al suelo, con su brazo izquierdo destrozado, manando abundante sangre. Un Carabinero que presenció todo el suceso, corrió a auxiliarlo, aplicándole un torniquete bajo el hombro, salvando así su vida, que escapaba por su brazo, y sin explicarse cómo había sobrevivido a tan inmensa explosión. José Miguel dice que salvó con vida porque su madre, muerta hacía dos años, lo había tomado en brazos y lo había posado en el suelo para que escapara de las llamas. Así lo sintió él. Así debió ser. No hay otra explicación.


El mismo médico que inicia este relato, ya no un joven, con barba cana a sus 44 años de edad, que había sido avisado sólo del volcamiento, e informado de que sólo había heridos leves, con algunas contusiones y erosiones, y de que su hijo no estaba lesionado, transitaba en camioneta por la carretera hacia San pedro de Atacama, a buscar a los jóvenes, en compañía de los padres de algunos de ellos, cuando se encontraron con varios vehículos detenidos y una ambulancia. Dijo a quien conducía que se detuviera para ofrecer su ayuda, y se bajó, aproximándose a una camioneta en cuya parte trasera parecía haber un herido, preguntando qué había sucedido, diciendo que era médico, con voz fuerte y firme para que no obstaculizaran su acción, e inquiriendo respecto a las lesiones de quien yacía en el piso ensangrentado de la caja de carga del vehículo y cómo habían sido provocadas. Se le dijo que por la explosión del estanque de bencina de su vehículo. Levantó las mantas para inspeccionar las lesiones y debió contenerse para no expresar su asombro por la magnitud y gravedad de lo observado: un brazo izquierdo destrozado, sin codo, jirones de carne colgando, el antebrazo y la mano prácticamente separados del brazo, unidos sólo por un delgado puente de piel y tejido graso. Buscó el pulso radial, encontrándolo, aunque débil. Tratando de controlar su espanto, pues en toda su vida profesional no había visto una lesión así, dijo al herido con voz cariñosa, que estuviera tranquilo, pues lo que tenía se arreglaría, aunque dudando seriamente de ello, pensando que en realidad solo cabría amputar. Y dejó su brazo con extremo cuidado envuelto en los apósitos que traía. Luego procedió a revisar otras partes de su cuerpo, el tórax, el abdomen, la cabeza. Descubrió su cara, hasta entonces cubierta por un paño para protegerlo del sol. Se encontró con un rostro lleno de cenizas, hollín, y tierra, en el que sólo resaltaban los ojos. Examinó la cara, los ojos, el cráneo, le hizo algunas preguntas para verificar su estado de conciencia. El respondió: es sólo el brazo, papá. Al escuchar esa palabra, el médico sintió un escalofrío, quedó rígido y miro con atención el rostro del muchacho. No, no podía ser su hijo, era un rostro lleno de tierra, sangre y hollín, y su hijo estaba en San Pedro de Atacama, sano, tenía que ser un error. No sabía que hubiera sucedido ninguna explosión, sólo un volcamiento con heridos leves. Soy yo, papá, dijo el niño, sin moverse. Y entonces, reconoció su voz, y en su mirada vio a su hijo, el hijo de su alma, el que había cuidado y querido siempre, el que había crecido sano y robusto desde un pequeño trocito de blanca piel y albos cabellos heredados de su hermosa madre, el que se acurrucaba contra su pecho hundiendo su cara en él para protegerse mientras paseaba en sus brazos por la orilla del mar. El mismo que había pasado con él tantos dolores y tantas alegrías. El mismo que con su hermanita gemela recorría en moto los caminos del desierto en su compañía disfrutando del sol y el viento limpio de la cordillera. El, el hijo de su alma, estaba ahí, en el piso desnudo del compartimiento de carga de una camioneta, con su brazo hecho jirones. Un proyectil había destrozado su brazo a 50 metros de un letrero que rezaba: “Valle de la Luna, Santuario de la Naturaleza”. Con cuidado, se reclinó sobre su cabeza tomándola en su pecho, reteniendo el llanto, y le dijo: no te preocupes, hijo, vas a estar bien, vas a sanar. Y dio al chofer de la camioneta la orden de partir de inmediato al hospital donde él trabajaba, entonces en Chuquicamata, sin perder tiempo en pasarlo a la ambulancia. Durante el viaje sujetó el brazo de su hijo para que no se desprendiera con los saltos del vehículo. Cuando llegaron al hospital, lo examinaron dos traumatólogos, uno de los cuales perdió el sentido al ver las lesiones. Posteriormente fue llevado al pabellón de cirugía para decidir qué tratamiento cabría aplicar, a cargo de los traumatólogos, y una vez que fue anestesiado, su padre , cuyas piernas ya no podían sostenerle, cayó al suelo, llorando como un niño, implorando a Dios que salvara su brazo, pidiendo que cortaran los suyos para salvar el de su hijo, sin darse cuenta de lo inútil que ello habría sido.
En la intervención, decidieron no amputarlo, transitoriamente, sujetando los huesos que pudieron salvar con aparatos metálicos de fijación externa. Al día siguiente fue trasladado hasta la capital del país en avión ambulancia, a un hospital especializado en traumatología. Estuvo allí 40 días, y fue operado 14 veces, para efectuarle injertos, para movilizar músculos remanentes con que cubrir la gran herida, para efectuar la fusión artificial con placas metálicas y tornillos de los huesos que quedaban. Y a costa de enorme sufrimiento, agujas, inmovilización, dolor, repetidas anestesias, encierro, insomnio logró salvar su brazo. Su padre y su hermana estuvieron siempre con él, no lo dejaron sólo ni un solo momento, durmieron a su lado 40 noches. Pasaron con él la Navidad y el Año Nuevo en el hospital. Oraron juntos, pidieron a Dios que lo sanara y calmara su dolor, a veces insoportable. Lograron sobrevivir para que él pudiera lograrlo. Su dolor casi terminó con la vida de su padre y su hermana, pero lograron controlarlo para que él viviera. Los colegas de su padre que lo trataron, materializaron un milagro de Dios. Logró conservar su antebrazo y su mano gracias a ellos, gracias a Dios, no gracias en lo absoluto a su país, que le causó la mutilación. Su país nunca se preocupó de ello. La compañía en que trabajaba su padre nunca se preocupó de ello, trató de interponer obstáculos siempre que pudo hacerlo. La patria nunca hizo nada. La justicia nunca hizo nada. El gobierno nunca hizo nada. Si algo se ha logrado en cuanto a que el país tome conciencia del atroz riesgo de los explosivos terrestres, es porque él ha trabajado para que lo que le sucedió no le suceda a otros. Y vive y lucha incansablemente por ello, mientras estudia con ahínco, por dar alegría a su padre y a su hermana, que sufrieron con él, por proteger a otros que sufren, por evitar que otros sufran como él sufrió. Y ahora lucha por evitar que otros lugares sigan llamándose “santuarios de la naturaleza”, siendo trampas mortales. Por lograr que funcionarios abúlicos e indolentes se den cuenta de lo que hacen por evitar estas tragedias: nada. Por lograr que las maniobras militares sigan normas mínimas de protección de la población civil. Por conseguir que su país y el mundo algún día estén limpios de artefactos traicioneros y absurdos sembrados por la inconsciencia, por la indolencia, por la estupidez humana. Si ello se consigue, su sufrimiento, el de su padre, el de su hermana, y el sufrimiento de tantos que han sido atrozmente mutilados o muertos y luego abandonados, tendrá su razón de ser. Las minas antipersonal, las minas antitanque, las municiones sin estallar, son símbolos de la decadencia intelectual y espiritual de la Humanidad actual.
Nada puede justificarlos, nadie puede continuar usándolos, nadie puede escuchar en silencio una historia escrita con sangre, mutilación, muerte, dolor y lagrimas de seres pacíficos que no han luchado ninguna guerra ni la desean.
La sangre, los huesos, la carne de mi hijo José Miguel, regaron una vez el desierto con dolor y con valor increíbles. Él me ha infundido fuerzas a mí, cuando han querido abandonarme. Es un veterano valeroso de una guerra que nunca existió. Que su sacrificio brutal y atroz, y el nuestro, no resulten en vano. Que sirvan para limpiar la faz de la tierra y evitar así que otros inocentes sufran lo que nosotros sufrimos.

Edgard Moreno

Nací un 29 de septiembre de 1974 en un hogar humilde. Fui bautizado con el nombre de Edgar Moreno Moreno.
Mi madre era una campesina, que desde la niñez me enseñó sobre la responsabilidad, el servicio, la humildad y, lo más importante, la confianza en Dios y su poder infinito, enseñanzas que me ayudarían a salir adelante en el futuro.
A escasos días de nacido, mi padre falleció. Mi madre no tuvo más alternativa que luchar sola para sacarnos adelante a mis dos hermanos mayores y a mí.
A la edad de seis años debí separarme de ella por un tiempo e ir a vivir con mis abuelos paternos, mientras mi madre colocaba en la escuela a mis hermanos que estaban atrasando su educación primaria. Separarme de mi madre fue muy difícil, la finca de mis abuelos quedaba muy lejos del pueblo donde ella vivía, yo era muy pequeño y no comprendía la situación. Mis abuelos me brindaron su calor, me enseñaron lo bello de la naturaleza y a disfrutar de los alimentos de esa tierra sana y fértil y me dieron el amor que mi madre por estar tan lejos no podía brindarme.
Pasaron dos largos años y mi madre decidió llevarme de regreso al pueblo (El Carmen) ponerme a estudiar y prepararme para hacer mi primera comunión. Mis primeras letras las escribí en la escuela rural “El Carmen”. Completé la primaria a los 12 años y mis deseos de seguir el bachillerato fueron frustrados pues mi madre no tenía los recursos para seguir costeando más estudios, ya era hora de ayudarle con los gastos de la casa. Dada mi corta edad, no encontré trabajo en el pueblo y no tuve otra alternativa si no la de irme a laborar a una finca ganadera.
A la edad de 16 años, me encontraba trabajando en la finca. El día 1° de Enero de 1992, cerca delas 2 de la tarde estaba sacando el producido de la leche, debía trasladar el ganado de un potrero a otro, estaba abriendo la reja cuando sentí una explosión. Caí al suelo inconsciente por unos segundos, me desperté con un dolor intenso en la pierna izquierda, vi que estaba destrozada, luego perdí el conocimiento por dos horas. Un compañero de trabajo escuchó la explosión y corrió en mi ayuda, presintiendo que alguna res había pisado una mina, pues la guerrilla del ELN en días atrás había minado esos potreros. Él no imaginó que la víctima de esa explosión era yo y que pocos días después él sería otra víctima más. En esas dos horas de estar inconsciente me trasladaron al Centro de salud del pueblo. Avisaron a mi madre para que se hiciera cargo de mi traslado y la remisión, por que lo único que se podía hacer era prestarme los primeros auxilios para que fuera preparado al hospital San Rafael de Barrancabermeja y allí amputar la pierna, ya que el centro de salud no contaba con los equipos para esa clase de cirugía. La guerrilla del ELN había dinamitado el puente que comunicaba a El Carmen con Barranca en el corregimiento de Yarima, el traslado era urgente y lo único que se podía hacer era enviar la ambulancia hasta Yarima y desde ahí hacer trasbordo en el puerto de Yarima. En el Puesto de Salud de Yarima me prestaron los primeros auxilios, ya llevaba más de 18 horas sin ser atendido y me estaba deshidratando, la pierna ya presentaba principios de descomposición y mi vida estaba en peligro. El dolor era intenso y me preguntaba qué sería de mí, todo era una confusión. En los años jóvenes comenzaba una terrible frustración al no ver mis piernas como siempre acostumbraba verlas, al no tenerlas sufría en silencio deseando mi muerte. Durante toda la noche se trató de conseguir el transporte para hacer el trasbordo en el puente de Yarima pues nadie se comprometía a llevarme, la guerrilla del ELN tenía amenazada a la población. El señor Nicanor Sepúlveda, que en paz descanse, porque al igual que yo fue víctima de esa guerra absurda que aún vive este país, se ofreció a llevarme en uno de sus camiones que transportaba la cerveza del pueblo de Yarima y dejarme en el puente caído, allí me estaría esperando un camión que me llevaría al centro de Barranca. La parte más difícil después de saber que perdería mi pierna la viví en el trayecto de Yarima. En el puente caído la guerrilla del ELN tenía retén en la vía e hicieron parar el camión para requisarlo, nos hicieron bajar, al darse cuenta de que yo iba ahí y que estaba herido por una mina terrestre me empezaron a ofender con malas palabras, creyendo que yo era un soldado o que pertenecía a las autodefensas y que lo único que yo merecía era que ellos me mataran.
No contentos con las amenazas verbales, empezaron a patearme, a escupirme y a colocarme los fusiles en la sien , hasta que el chofer del camión decidió hablar y suplicarles que me dejaran llevar al hospital, que yo sólo era un campesino que no le hacía ningún mal a nadie y que lo único que hacía era trabajar y ayudarle a mi madre con los gastos de la casa, que le preguntaran a ella que era la señora que en ese momento me acompañaba y que hacía casi dos días me había pasado el accidente y que yo ya iba casi muerto. Le preguntaron a mi madre si era cierto y ella lo único que hacia era llorar y arrodillarse porque yo ya estaba inconsciente y no sabía nada de lo que estaba pasando. Finalmente, lograron convencerlos y nos dejaron seguir para después volver a encontrar otro reten del ELN y pasar por la misma situación.
Después de dos días de trayecto sin comer ni dormir llegamos al Hospital San Rafael de Barrancabermeja, donde me atendieron y de inmediato me ingresaron a cirugía para practicar la amputación. La recuperación fue lenta y traumática, al despertar de la anestesia el dolor físico y mental era intenso. Le preguntaba a las enfermeras que había pasado con la pierna y me dijeron que la habían amputado y que habían tenido que hacer un injerto y sacar pedazos de piel de mis glúteos para practicar la cirugía para que el muñón no quedara tan deforme para una futura prótesis. Al verme, lo único que observé fue un pedazo de pierna vendada y la otra pierna completamente vendada por que también había sido afectada por las esquirlas que la mina había lanzado. Me puse a llorar y pedí que me dejaran solo, le pedía a Dios fortaleza y tranquilidad. La atención en el hospital San Rafael de Barranca fue muy humana a pesar de los dolores que me causaban las curaciones, era traumático ver el pedazo de pierna en carne viva en el momento que me hacían la limpieza; siempre entraban a la habitación funcionarios de la Cruz Roja Internacional para darme ánimo y comentarme que existía una entidad que rehabilitaban a la personas que pasaban por la misma situación que yo había pasado. Pero los problemas psicológicos fueron difíciles y yo no aceptaba ninguna posibilidad de rehabilitación, sentía que mi única alternativa era dejar este mundo, no resistía los dolores tan intensos ni aceptaba verme en esa situación. Al ver el sufrimiento de mi madre me daba cuenta de que no me quedaba otra alternativa que controlar mis impulsos y salir adelante , por lo que decidí regresar a la casa en El Carmen para refugiarme y esconderme de las miradas de la gente y no sentir su compasión ni su lástima.
Luego de encontrarme en la casa sucedieron experiencias difíciles, como cuando quería bajarme de la cama y terminaba golpeándome en el piso, desesperando a la vez a mi madre que no comprendía cual sería el camino para encontrar nuestra tranquilidad habitual. Mi hermano mayor, Raúl Moreno, quien más tarde sería asesinado antes de llegar a casa, sufría también al observar mi situación, supe después que se había refugiado en el alcohol y que lloraba pues no comprendía por qué me había sucedido ese infortunio.
Pasé por una intensa etapa de autocompasión, pero al ver el sufrimiento de mi madre me di cuenta de qué todavía era joven y que podía luchar por lograr mis sueños. Recordé que en el Hospital San Rafael de Barranca un funcionario de la Cruz Roja Internacional me había hablado de una fundación que atendía casos como el mío, logré contactarlos y en Octubre de 1992 viajé con el respaldo de la Cruz Roja Internacional a la ciudad de Bogotá con un solo propósito: lograr una prótesis y dejar las muletas.
Fue así como llegué a ellos y encontré a otras personas en condiciones iguales o peores a la mía, tuve la fuerza para lograr empezar un cambio, encontré a la Fundación CIREC, sitio donde me brindaron toda ayuda psicológica, material, profesional y humana. Mi vida comenzó a tener un cambio, me iban a preparar y entrenar para poder manejar una prótesis. Yo creo que ese fue el día mas feliz de mi vida pues, al dar mis primeros pasos con la prótesis el mundo fue visto como lo hacía antes de perder mi pierna, al lograr transportarme ya sin las muletas sentí la necesidad de encontrar logros de capacitarme ayudar a otras personas que están pasando por momentos iguales o peores al mío y me propuse luchar y ponerme metas a corto y largo plazo. Nadie más que yo y los que pasan por mi situación saben lo difícil que es el manejo de una prótesis por primera vez, pero eso no era impedimento para seguir entrenando. En la fundación CIREC permanecí casi 2 meses (Nov. Y Dic. De 1992), tiempo en el que me preparé para regresar a mi pueblo.
Viajé de regreso a El Carmen, sitio en el que mi familia y mis amigos me esperaban con ansiedad para ver si en verdad había logrado un cambio en mi vida, llegué con nuevas ideas de trabajar, pero ya no en las labores del campo si no en forma social y cultural integrándome en la casa de la cultura ayudando en la formación de grupos musicales, de teatro y tamboras. Se empezó a conformar un conjunto vallenato, después de un largo tiempo de preparación y entrenamientos decidimos integrarnos y participar en concursos a nivel regional, en eventos de participación artística en 1993 hasta el tiempo en que decidí quedarme a trabajar en La Fundación CIREC. Fue así como logré, pese a mi discapacidad, la satisfacción del deber cumplido y, lo más importante, logré cumplir una meta que me había propuesto con la sociedad, la niñez, la juventud y conmigo mismo en mi municipio El Carmen.
En el año de 1994 tuve que regresar a la fundación CIREC para la adquisición de una nueva prótesis, la que me habían dado en 1992 ya estaba muy deteriorada por el uso diario y el soquer me estaba quedando grande, lo que dificultaba mis movimientos. Allí la estadía fue más amena pues yo ya estaba enterado del funcionamiento de la Fundación CIREC y cada día que pasaba en el hogar de paso, sitio en el que es hospedado un paciente que viene de fuera de Bogotá, lo disfruté.
Mientras estaba ahí, tuve la oportunidad de hacer un curso en el Sena, pues había obtenido una beca para capacitarme en todo lo relacionado a latonería y pintura, curso en el que me preparé al máximo. Al regresar a Bucaramanga recibí la donación de un compresor y unas herramientas que me dio el doctor Fernando Vargas a modo de premio por mi participación en los juegos FRAPON y haber llevado las medallas de oro y plata en el año de 1996 a mi departamento (SANTANDER). Coloqué un pequeño taller, empecé a trabajar ofreciendo los servicios de mantenimiento y reparación de toda clase de congeladores, neveras, bicicletas, motos y autos.
En Bucaramanga ingresé al “Club Padesan”, lugar donde fui preparado y descubrí mi afición por el ciclismo logrando un eficiente desempeño compitiendo y haciendo una exhibición en los juegos departamentales logrando un cupo en los juegos nacionales para discapacitados FRAPON llevándome las medallas de oro y plata, como mencioné con anterioridad, en la modalidad ciclismo para amputados. Ese resultado contribuyó a mi completa integración y vinculación en el deporte, en especial el ciclismo, deporte que en la actualidad me ha llenado de satisfacciones y logros esperando un buen resultado pues, al pertenecer al Grupo Elite de alto rendimiento y contando con el patrocinio de FECODEMIL, entidad a la que le debo el haber creído en mi y sobre todo ayudarme con todos los implementos deportivos, uniformes y algo que consideraba difícil de conseguir por su costo y que sin ella me hubiera sido difícil sobresalir en cualquier evento: "La Bicicleta".
También cuento con La Fundación CIREC y en especial con su fundadora, la Dra. Janeth Perri de Sarabia, quien ha sido la persona que más se ha preocupado por mi superación apoyándome y dándome ánimos. He sido considerado un deportista que pese a mi limitación y con una buena disciplina deportiva podré representar a mi país en cualquier competencia en la modalidad Ciclismo para amputados y, lo más importante, participar en juegos Nacionales en Tunja (Boyacá) del 2000 con miras a un campeonato internacional si DIOS me lo permite.
En el año de 1997, regresé a la Fundación CIREC para adquirir una nueva prótesis, encontrando en ésta perfección, tecnología y mejorando mis movimientos pues, con ella puedo practicar mi deporte preferido (Ciclismo) siendo esta prótesis la que actualmente utilizo.

La Directora de la Fundación CIREC, Dra. Janeth Perri de Sarabia y la Directora Egresada Dra. Liliana González Chávez me brindaron la oportunidad que estaba esperando desde hacía 6 años la cual consistía en vincularme laboralmente a la Fundación CIREC y empecé a encontrar la ayuda de Dios ya que, a veces no comprendía por que la vida me había golpeado tan fuerte sin encontrar un por qué, y en Junio de 1997 comencé mis labores en La Fundación CIREC. Pertenecer a esta Fundación me ayudó a encontrar cómo mejorar mi vida y también cómo ayudar a aquellas personas discapacitadas que necesitaban respaldo de una entidad como de la que yo ya soy miembro. En el transcurso de mi labor comencé a sentirme útil, que servía de ejemplo y que debía guiar y ayudar a las personas que estaban viviendo una situación difícil, como la que alguna vez yo también había vivido, vislumbrando desde esa fecha hasta ahora grandes proyectos y logros en cuanto a lo relacionado con la vida de las personas que padecen alguna discapacidad física.
En esa búsqueda encontré a María Isabel Rodríguez, paciente de la Fundación CIREC, quien es discapacitada de miembros inferiores debido a una negligencia médica y se encuentra en una silla de ruedas a raíz de una paraplejia. Sin embargo, su estado anímico, emocional y psicológico supera los obstáculos y su limitación pasa a un segundo plano. Encontré en ella a la persona ideal para compartir mi vida y proyectar una familia, cumpliendo esos sueños que alguna vez se interrumpieron. Fruto de nuestra unión nació Laura Natalia, quien es una estrella que me alumbra y me obliga a ser cada vez mejor junto con mi familia. Recuerdo a mi madre quien quisiera tenerla a mi lado de ser posible y devolverle con amor y gratitud todos sus esfuerzos, tolerancias, lágrimas y sufrimientos y que me es necesario borrar esa tristeza de su corazón y demostrarle además que soy una persona normal, humana y con deseos de superación.

Desde 1992 hasta ahora he logrado grandes proyectos y metas, exaltando la capacidad y ánimo de superación pues he enfrentado la vida en condiciones adversas, doblegándome con entereza al dolor y la angustia convirtiéndome en un gran ejemplo de superación para los Colombianos y en especial para las personas con alguna discapacidad, proponiéndome encontrar los factores psicológicos para hallar estabilidad emocional, la posibilidad física de superación, alternativas de unión social mediante actividades deportivas, proyectos de práctica de deporte, dependiendo la limitación de cada discapacitado promoviéndolo a nivel regional, nacional y en miras a una competencia internacional, contemplando las capacidades y propuestas de cada competente. También se trabaja en la participación de eventos, mejoramiento y aplicación de habilidades en pintura, escultura y actividades manuales, recreación de personas discapacitadas por medio de actividades lúdicas, musicales, de teatro, tamboras, grupos musicales, pues a través de ellas se encuentra un lenguaje común para niños, adultos, blancos, negros, normales y discapacitados. Otra área de desarrollo es la Capacitación en nuevos rubros aplicando nuevas técnicas, buscando nuevas profesiones donde se encuentre una mejor situación laboral y económica en las diferentes profesiones en que se desee integrar. Es menester proyectar una visión de mejoramiento y conocimiento sobre la vida de los discapacitados debido a su creciente número, es necesario impulsar la creación de ambiente apropiado para el hábitat del discapacitado, necesidades como el transporte, ubicación laboral, centros culturales y otros aspectos que forman un mejor lugar para vivir junto a nuestras familias, lo anterior puede transmitirse a través de los diferentes medios de comunicación, ya sea radio, televisión, prensa y otros, con un mensaje de ayuda en el que se comprenda que somos elementos útiles para nuestra sociedad, con igualdad de condiciones ,como se está haciendo en un comercial de televisión en el cual soy participante.
Deseando mejorar mi campo laboral y aprovechando la capacitación que me ofrece la Fundación CIREC, deseo conocer nuevos estudios y ciencias más actuales de otros países que cuenten con mayor experiencia, para poder aplicarlos a nuestra sociedad Colombiana.
Otras de mis metas es la de formar grupos de intercambio con otros países con el fin de compartir nuevas experiencias y expectativas para nuestros compañeros. Impulsar leyes que protejan integralmente a nuestras familias ya que, actualmente estamos relegados a un segundo plano.
Fomentar educación profesional en cualquier universidad donde la infraestructura no sea una verdadera limitación.
Impulsar nuevos conceptos para que el limitado tenga de manera gratuita las necesidades básicas tales como salud, educación y vivienda. En repetidas ocasiones las entidades gubernamentales se preocupan de condecoraciones, desfiles, fiestas, reinados y un sinfín de actividades secundarias olvidando a un país que llora de necesidades y grita auxilio y ayuda necesaria.

Jesús Martínez

Nacido en un hogar humilde de la zona rural de Tecoluca, departamento de San Vicente, Jesús creció al lado de sus padres en Santiago Nonualco departamento de Paz, fue el segundo hijo de la familia. En total 7. Su padre era jornalero agrícola y el responsable del sostenimiento de la familia. A los 6 años Jesús ya trabajaba con su padre en tareas agrícolas. Al cumplir los 10 años decidió aventurar en la ciudad capital en busca de oportunidades de trabajo para ayudar económicamente a su familia, sin descuidar sus estudios.
Cuando cumplió los 17 años trabajaba como vendedor de mariscos, en el Mercado Central de San Salvador. A tempranas horas de la mañana salía de su casa ubicada en Apopa hacia San Salvador, uno de esos días, el día jueves 7 de diciembre 1989, la vida de Jesús cambió por completo. Como parte de los enfrentamientos en la Guerra Civil Salvadoreña, la carretera estaba bloqueada por buses incendiados, carros con llantas ponchadas colocados por las fuerzas guerrilleras para impedir el paso de tropas militares y del transporte colectivo hacia San Salvador.
Muchas personas necesitaban pasar. Entonces, abandonaron el medio de transporte y caminaron rodeando el bloqueo y pasar al otro lado de la carretera. Nadie sabía que el paso estaba minado. De pronto se escuchó la explosión.
“ Yo sentí que me había parado en un agujero, luego fui lanzado hacia arriba, cuando volví a caer donde estaba el agujero que había dejado la mina, pude darme cuenta que mis dos piernas habían sido cortadas. A mí alrededor estaban los pedazos de carne de lo que habían sido mis piernas. Para mí todo era como una pesadilla de la que deseaba despertar. Cerraba mis ojos y los volvía abrir pero mis piernas no aparecían, esto lo hice varias veces; pero cuando comprobé que no era una pesadilla y que en verdad había perdido mis dos piernas me volví loco. Tirado en el suelo buscaba la forma de cómo matarme. Busqué mi cuchillo pero no estaba, me arrastré y encontré una granada sin seguro, la tomé y la manipulaba para que explotara. Pero no explotó, yo gritaba pidiendo que alguien me matara... En mi mente pasaban muchas cosas, pensaba en mi madre, mi trabajo pero nada tranquilizaba mi mente.
Tirado en el suelo un hombre se acercó, me tomó en sus brazos y me llevó a un extremo de la carretera donde estaban muchas personas queriendo pasar al otro lado del bloqueo, todos sentían lástima por mí. Yo les pedía que alguien se apiadara y me matara porque yo sin mis piernas no era nada. En esos momentos llegaron miembros del ejército. Uno de ellos se acercó mucho a mí. Le tomé un extremo del fusil y le pedí ¡por favor, mátame, mátame por favor! - el soldado muy asustado sujetaba el fusil del otro extremo y me decía: ¡no hijo yo no puedo matarte. Suéltame el fusil por favor! - y yo le reclamaba - date cuenta que yo ya no puedo apoyar a mi familia - En esta escena un hombre se arrodilló ante mí y habló de Dios y me dijo que sin piernas yo podía salir adelante. Eso trajo paz a mi corazón, eso pudo tranquilizarme y pedí que me llevaran a un hospital.
Estando en el hospital con un poco de conciencia le pedí al doctor que no me dejara morir.El proceso de curación fue lento y doloroso. Mis remanentes tenían un alto grado de infección y tomó mucho tiempo en curar, mi único consuelo era llorar. Mi familia sufrió también este golpe. Mi madre llegó al hospital y me dijo: “Hijo, porqué no te moriste, ahora que voy hacer contigo? y soltó el llanto.
Muy positivo para mi recuperación física y emocional fue conocer a otras personas con discapacidad, a veces mucho más severas que la mía. Eran personas que tenían una vida normal y productiva junto a una familia que disfrutaban de sus actividades diarias, realizaban deportes recreativos y competitivo”.
Tras programas de rehabilitación, con apoyo de una organización de personas con discapacidad Jesús se capacitó para trabajar como sastre. Continuó sus estudios y además se involucró en actividades deportivas sobre sillas de ruedas, especialmente el atletismo. Durante 3 años fue Jefe de Producción con funciones gerenciales en la Cooperativa Renacer 94, dedicada a fabricar ropa, e integrada por personas con lesiones por minas y otras discapacidades. Este trabajo le impidió seguir estudiando, por lo que decidió instalar su propio taller, siempre empleando a otras personas que presentan alguna discapacidad, y continuó estudios universitarios de Administración de Empresas.
Desde 1994 se ha destacado como representante nacional en Atletismo sobre silla de ruedas. Campeón en la Copa de las Américas en Argentina en 1997, en los Juegos Paralímpicos en México, en 1998, fue campeón en los Juegos Centroamericanos en Costa Rica, habiendo recibido reconocimiento por el Gobierno Salvadoreño con el Águila Dorada, al igual que en 1997 y 1998 por su destacada participación en Argentina. Este reconocimiento es otorgado a los deportistas destacados internacionalmente. En 1997 y 1998 en la Maratones mundiales en Oita Japón, desde 1997 en maratones de Estados Unidos.
Trabajó en programa para personas lesionadas por minas en el Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada, sin descuidar el deporte y su taller de sastrería, habiéndose destacado por su entusiasmo y búsqueda de alternativas para superar cualquier obstáculo. Actualmente es el Director de LSN El Salvador, cargo en el que a pesar del poco tiempo de funcionar ha demostrado el constante deseo de buscar forma para que otras personas sobrevivientes de minas puedan mejorar sus condiciones de vida. Unificar esfuerzos para lograr el cumplimiento de los derechos de las víctimas de minas. Ha participado en Campañas Internacionales en contra del uso de las minas. Jesús, es un ejemplo salvadoreño, digno de imitar en el mundo.
”Ahora, cuando recuerdo todo lo que pasó conmigo y pienso en los hombres, mujeres y niños que en este momento están siendo víctimas de las minas antipersonales, que bueno sería que pensaran en ese instante que lo más importante no es como vas a morir si no en como hay que vivir.Ahora tengo muchas aspiraciones pero mí más grande sueño es que algún día todos los discapacitados sobrevivientes de minas alrededor del mundo, tengamos oportunidades para demostrar nuestras capacidades y poder así mejorar nuestras vidas.”