sábado, 26 de agosto de 2006

Edgard Moreno

Nací un 29 de septiembre de 1974 en un hogar humilde. Fui bautizado con el nombre de Edgar Moreno Moreno.
Mi madre era una campesina, que desde la niñez me enseñó sobre la responsabilidad, el servicio, la humildad y, lo más importante, la confianza en Dios y su poder infinito, enseñanzas que me ayudarían a salir adelante en el futuro.
A escasos días de nacido, mi padre falleció. Mi madre no tuvo más alternativa que luchar sola para sacarnos adelante a mis dos hermanos mayores y a mí.
A la edad de seis años debí separarme de ella por un tiempo e ir a vivir con mis abuelos paternos, mientras mi madre colocaba en la escuela a mis hermanos que estaban atrasando su educación primaria. Separarme de mi madre fue muy difícil, la finca de mis abuelos quedaba muy lejos del pueblo donde ella vivía, yo era muy pequeño y no comprendía la situación. Mis abuelos me brindaron su calor, me enseñaron lo bello de la naturaleza y a disfrutar de los alimentos de esa tierra sana y fértil y me dieron el amor que mi madre por estar tan lejos no podía brindarme.
Pasaron dos largos años y mi madre decidió llevarme de regreso al pueblo (El Carmen) ponerme a estudiar y prepararme para hacer mi primera comunión. Mis primeras letras las escribí en la escuela rural “El Carmen”. Completé la primaria a los 12 años y mis deseos de seguir el bachillerato fueron frustrados pues mi madre no tenía los recursos para seguir costeando más estudios, ya era hora de ayudarle con los gastos de la casa. Dada mi corta edad, no encontré trabajo en el pueblo y no tuve otra alternativa si no la de irme a laborar a una finca ganadera.
A la edad de 16 años, me encontraba trabajando en la finca. El día 1° de Enero de 1992, cerca delas 2 de la tarde estaba sacando el producido de la leche, debía trasladar el ganado de un potrero a otro, estaba abriendo la reja cuando sentí una explosión. Caí al suelo inconsciente por unos segundos, me desperté con un dolor intenso en la pierna izquierda, vi que estaba destrozada, luego perdí el conocimiento por dos horas. Un compañero de trabajo escuchó la explosión y corrió en mi ayuda, presintiendo que alguna res había pisado una mina, pues la guerrilla del ELN en días atrás había minado esos potreros. Él no imaginó que la víctima de esa explosión era yo y que pocos días después él sería otra víctima más. En esas dos horas de estar inconsciente me trasladaron al Centro de salud del pueblo. Avisaron a mi madre para que se hiciera cargo de mi traslado y la remisión, por que lo único que se podía hacer era prestarme los primeros auxilios para que fuera preparado al hospital San Rafael de Barrancabermeja y allí amputar la pierna, ya que el centro de salud no contaba con los equipos para esa clase de cirugía. La guerrilla del ELN había dinamitado el puente que comunicaba a El Carmen con Barranca en el corregimiento de Yarima, el traslado era urgente y lo único que se podía hacer era enviar la ambulancia hasta Yarima y desde ahí hacer trasbordo en el puerto de Yarima. En el Puesto de Salud de Yarima me prestaron los primeros auxilios, ya llevaba más de 18 horas sin ser atendido y me estaba deshidratando, la pierna ya presentaba principios de descomposición y mi vida estaba en peligro. El dolor era intenso y me preguntaba qué sería de mí, todo era una confusión. En los años jóvenes comenzaba una terrible frustración al no ver mis piernas como siempre acostumbraba verlas, al no tenerlas sufría en silencio deseando mi muerte. Durante toda la noche se trató de conseguir el transporte para hacer el trasbordo en el puente de Yarima pues nadie se comprometía a llevarme, la guerrilla del ELN tenía amenazada a la población. El señor Nicanor Sepúlveda, que en paz descanse, porque al igual que yo fue víctima de esa guerra absurda que aún vive este país, se ofreció a llevarme en uno de sus camiones que transportaba la cerveza del pueblo de Yarima y dejarme en el puente caído, allí me estaría esperando un camión que me llevaría al centro de Barranca. La parte más difícil después de saber que perdería mi pierna la viví en el trayecto de Yarima. En el puente caído la guerrilla del ELN tenía retén en la vía e hicieron parar el camión para requisarlo, nos hicieron bajar, al darse cuenta de que yo iba ahí y que estaba herido por una mina terrestre me empezaron a ofender con malas palabras, creyendo que yo era un soldado o que pertenecía a las autodefensas y que lo único que yo merecía era que ellos me mataran.
No contentos con las amenazas verbales, empezaron a patearme, a escupirme y a colocarme los fusiles en la sien , hasta que el chofer del camión decidió hablar y suplicarles que me dejaran llevar al hospital, que yo sólo era un campesino que no le hacía ningún mal a nadie y que lo único que hacía era trabajar y ayudarle a mi madre con los gastos de la casa, que le preguntaran a ella que era la señora que en ese momento me acompañaba y que hacía casi dos días me había pasado el accidente y que yo ya iba casi muerto. Le preguntaron a mi madre si era cierto y ella lo único que hacia era llorar y arrodillarse porque yo ya estaba inconsciente y no sabía nada de lo que estaba pasando. Finalmente, lograron convencerlos y nos dejaron seguir para después volver a encontrar otro reten del ELN y pasar por la misma situación.
Después de dos días de trayecto sin comer ni dormir llegamos al Hospital San Rafael de Barrancabermeja, donde me atendieron y de inmediato me ingresaron a cirugía para practicar la amputación. La recuperación fue lenta y traumática, al despertar de la anestesia el dolor físico y mental era intenso. Le preguntaba a las enfermeras que había pasado con la pierna y me dijeron que la habían amputado y que habían tenido que hacer un injerto y sacar pedazos de piel de mis glúteos para practicar la cirugía para que el muñón no quedara tan deforme para una futura prótesis. Al verme, lo único que observé fue un pedazo de pierna vendada y la otra pierna completamente vendada por que también había sido afectada por las esquirlas que la mina había lanzado. Me puse a llorar y pedí que me dejaran solo, le pedía a Dios fortaleza y tranquilidad. La atención en el hospital San Rafael de Barranca fue muy humana a pesar de los dolores que me causaban las curaciones, era traumático ver el pedazo de pierna en carne viva en el momento que me hacían la limpieza; siempre entraban a la habitación funcionarios de la Cruz Roja Internacional para darme ánimo y comentarme que existía una entidad que rehabilitaban a la personas que pasaban por la misma situación que yo había pasado. Pero los problemas psicológicos fueron difíciles y yo no aceptaba ninguna posibilidad de rehabilitación, sentía que mi única alternativa era dejar este mundo, no resistía los dolores tan intensos ni aceptaba verme en esa situación. Al ver el sufrimiento de mi madre me daba cuenta de que no me quedaba otra alternativa que controlar mis impulsos y salir adelante , por lo que decidí regresar a la casa en El Carmen para refugiarme y esconderme de las miradas de la gente y no sentir su compasión ni su lástima.
Luego de encontrarme en la casa sucedieron experiencias difíciles, como cuando quería bajarme de la cama y terminaba golpeándome en el piso, desesperando a la vez a mi madre que no comprendía cual sería el camino para encontrar nuestra tranquilidad habitual. Mi hermano mayor, Raúl Moreno, quien más tarde sería asesinado antes de llegar a casa, sufría también al observar mi situación, supe después que se había refugiado en el alcohol y que lloraba pues no comprendía por qué me había sucedido ese infortunio.
Pasé por una intensa etapa de autocompasión, pero al ver el sufrimiento de mi madre me di cuenta de qué todavía era joven y que podía luchar por lograr mis sueños. Recordé que en el Hospital San Rafael de Barranca un funcionario de la Cruz Roja Internacional me había hablado de una fundación que atendía casos como el mío, logré contactarlos y en Octubre de 1992 viajé con el respaldo de la Cruz Roja Internacional a la ciudad de Bogotá con un solo propósito: lograr una prótesis y dejar las muletas.
Fue así como llegué a ellos y encontré a otras personas en condiciones iguales o peores a la mía, tuve la fuerza para lograr empezar un cambio, encontré a la Fundación CIREC, sitio donde me brindaron toda ayuda psicológica, material, profesional y humana. Mi vida comenzó a tener un cambio, me iban a preparar y entrenar para poder manejar una prótesis. Yo creo que ese fue el día mas feliz de mi vida pues, al dar mis primeros pasos con la prótesis el mundo fue visto como lo hacía antes de perder mi pierna, al lograr transportarme ya sin las muletas sentí la necesidad de encontrar logros de capacitarme ayudar a otras personas que están pasando por momentos iguales o peores al mío y me propuse luchar y ponerme metas a corto y largo plazo. Nadie más que yo y los que pasan por mi situación saben lo difícil que es el manejo de una prótesis por primera vez, pero eso no era impedimento para seguir entrenando. En la fundación CIREC permanecí casi 2 meses (Nov. Y Dic. De 1992), tiempo en el que me preparé para regresar a mi pueblo.
Viajé de regreso a El Carmen, sitio en el que mi familia y mis amigos me esperaban con ansiedad para ver si en verdad había logrado un cambio en mi vida, llegué con nuevas ideas de trabajar, pero ya no en las labores del campo si no en forma social y cultural integrándome en la casa de la cultura ayudando en la formación de grupos musicales, de teatro y tamboras. Se empezó a conformar un conjunto vallenato, después de un largo tiempo de preparación y entrenamientos decidimos integrarnos y participar en concursos a nivel regional, en eventos de participación artística en 1993 hasta el tiempo en que decidí quedarme a trabajar en La Fundación CIREC. Fue así como logré, pese a mi discapacidad, la satisfacción del deber cumplido y, lo más importante, logré cumplir una meta que me había propuesto con la sociedad, la niñez, la juventud y conmigo mismo en mi municipio El Carmen.
En el año de 1994 tuve que regresar a la fundación CIREC para la adquisición de una nueva prótesis, la que me habían dado en 1992 ya estaba muy deteriorada por el uso diario y el soquer me estaba quedando grande, lo que dificultaba mis movimientos. Allí la estadía fue más amena pues yo ya estaba enterado del funcionamiento de la Fundación CIREC y cada día que pasaba en el hogar de paso, sitio en el que es hospedado un paciente que viene de fuera de Bogotá, lo disfruté.
Mientras estaba ahí, tuve la oportunidad de hacer un curso en el Sena, pues había obtenido una beca para capacitarme en todo lo relacionado a latonería y pintura, curso en el que me preparé al máximo. Al regresar a Bucaramanga recibí la donación de un compresor y unas herramientas que me dio el doctor Fernando Vargas a modo de premio por mi participación en los juegos FRAPON y haber llevado las medallas de oro y plata en el año de 1996 a mi departamento (SANTANDER). Coloqué un pequeño taller, empecé a trabajar ofreciendo los servicios de mantenimiento y reparación de toda clase de congeladores, neveras, bicicletas, motos y autos.
En Bucaramanga ingresé al “Club Padesan”, lugar donde fui preparado y descubrí mi afición por el ciclismo logrando un eficiente desempeño compitiendo y haciendo una exhibición en los juegos departamentales logrando un cupo en los juegos nacionales para discapacitados FRAPON llevándome las medallas de oro y plata, como mencioné con anterioridad, en la modalidad ciclismo para amputados. Ese resultado contribuyó a mi completa integración y vinculación en el deporte, en especial el ciclismo, deporte que en la actualidad me ha llenado de satisfacciones y logros esperando un buen resultado pues, al pertenecer al Grupo Elite de alto rendimiento y contando con el patrocinio de FECODEMIL, entidad a la que le debo el haber creído en mi y sobre todo ayudarme con todos los implementos deportivos, uniformes y algo que consideraba difícil de conseguir por su costo y que sin ella me hubiera sido difícil sobresalir en cualquier evento: "La Bicicleta".
También cuento con La Fundación CIREC y en especial con su fundadora, la Dra. Janeth Perri de Sarabia, quien ha sido la persona que más se ha preocupado por mi superación apoyándome y dándome ánimos. He sido considerado un deportista que pese a mi limitación y con una buena disciplina deportiva podré representar a mi país en cualquier competencia en la modalidad Ciclismo para amputados y, lo más importante, participar en juegos Nacionales en Tunja (Boyacá) del 2000 con miras a un campeonato internacional si DIOS me lo permite.
En el año de 1997, regresé a la Fundación CIREC para adquirir una nueva prótesis, encontrando en ésta perfección, tecnología y mejorando mis movimientos pues, con ella puedo practicar mi deporte preferido (Ciclismo) siendo esta prótesis la que actualmente utilizo.

La Directora de la Fundación CIREC, Dra. Janeth Perri de Sarabia y la Directora Egresada Dra. Liliana González Chávez me brindaron la oportunidad que estaba esperando desde hacía 6 años la cual consistía en vincularme laboralmente a la Fundación CIREC y empecé a encontrar la ayuda de Dios ya que, a veces no comprendía por que la vida me había golpeado tan fuerte sin encontrar un por qué, y en Junio de 1997 comencé mis labores en La Fundación CIREC. Pertenecer a esta Fundación me ayudó a encontrar cómo mejorar mi vida y también cómo ayudar a aquellas personas discapacitadas que necesitaban respaldo de una entidad como de la que yo ya soy miembro. En el transcurso de mi labor comencé a sentirme útil, que servía de ejemplo y que debía guiar y ayudar a las personas que estaban viviendo una situación difícil, como la que alguna vez yo también había vivido, vislumbrando desde esa fecha hasta ahora grandes proyectos y logros en cuanto a lo relacionado con la vida de las personas que padecen alguna discapacidad física.
En esa búsqueda encontré a María Isabel Rodríguez, paciente de la Fundación CIREC, quien es discapacitada de miembros inferiores debido a una negligencia médica y se encuentra en una silla de ruedas a raíz de una paraplejia. Sin embargo, su estado anímico, emocional y psicológico supera los obstáculos y su limitación pasa a un segundo plano. Encontré en ella a la persona ideal para compartir mi vida y proyectar una familia, cumpliendo esos sueños que alguna vez se interrumpieron. Fruto de nuestra unión nació Laura Natalia, quien es una estrella que me alumbra y me obliga a ser cada vez mejor junto con mi familia. Recuerdo a mi madre quien quisiera tenerla a mi lado de ser posible y devolverle con amor y gratitud todos sus esfuerzos, tolerancias, lágrimas y sufrimientos y que me es necesario borrar esa tristeza de su corazón y demostrarle además que soy una persona normal, humana y con deseos de superación.

Desde 1992 hasta ahora he logrado grandes proyectos y metas, exaltando la capacidad y ánimo de superación pues he enfrentado la vida en condiciones adversas, doblegándome con entereza al dolor y la angustia convirtiéndome en un gran ejemplo de superación para los Colombianos y en especial para las personas con alguna discapacidad, proponiéndome encontrar los factores psicológicos para hallar estabilidad emocional, la posibilidad física de superación, alternativas de unión social mediante actividades deportivas, proyectos de práctica de deporte, dependiendo la limitación de cada discapacitado promoviéndolo a nivel regional, nacional y en miras a una competencia internacional, contemplando las capacidades y propuestas de cada competente. También se trabaja en la participación de eventos, mejoramiento y aplicación de habilidades en pintura, escultura y actividades manuales, recreación de personas discapacitadas por medio de actividades lúdicas, musicales, de teatro, tamboras, grupos musicales, pues a través de ellas se encuentra un lenguaje común para niños, adultos, blancos, negros, normales y discapacitados. Otra área de desarrollo es la Capacitación en nuevos rubros aplicando nuevas técnicas, buscando nuevas profesiones donde se encuentre una mejor situación laboral y económica en las diferentes profesiones en que se desee integrar. Es menester proyectar una visión de mejoramiento y conocimiento sobre la vida de los discapacitados debido a su creciente número, es necesario impulsar la creación de ambiente apropiado para el hábitat del discapacitado, necesidades como el transporte, ubicación laboral, centros culturales y otros aspectos que forman un mejor lugar para vivir junto a nuestras familias, lo anterior puede transmitirse a través de los diferentes medios de comunicación, ya sea radio, televisión, prensa y otros, con un mensaje de ayuda en el que se comprenda que somos elementos útiles para nuestra sociedad, con igualdad de condiciones ,como se está haciendo en un comercial de televisión en el cual soy participante.
Deseando mejorar mi campo laboral y aprovechando la capacitación que me ofrece la Fundación CIREC, deseo conocer nuevos estudios y ciencias más actuales de otros países que cuenten con mayor experiencia, para poder aplicarlos a nuestra sociedad Colombiana.
Otras de mis metas es la de formar grupos de intercambio con otros países con el fin de compartir nuevas experiencias y expectativas para nuestros compañeros. Impulsar leyes que protejan integralmente a nuestras familias ya que, actualmente estamos relegados a un segundo plano.
Fomentar educación profesional en cualquier universidad donde la infraestructura no sea una verdadera limitación.
Impulsar nuevos conceptos para que el limitado tenga de manera gratuita las necesidades básicas tales como salud, educación y vivienda. En repetidas ocasiones las entidades gubernamentales se preocupan de condecoraciones, desfiles, fiestas, reinados y un sinfín de actividades secundarias olvidando a un país que llora de necesidades y grita auxilio y ayuda necesaria.

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