sábado, 26 de agosto de 2006

Albán Araya Olivares

Era el día 16 de noviembre de 1992, y tenía yo 14 años. Con dos amigos paseábamos por los cerros de Topáter en bicicleta. Nos detuvimos en un lugar donde había un monolito, nos bajamos de nuestras bicicletas, y entonces lo vi. Ojalá nunca lo hubiera visto. Era un artefacto extraño, aparentemente inofensivo, en el suelo. Lo tomé para saber de qué se trataba, lo examiné superficialmente, era de metal oxidado, y luego dije:” ya, dejémoslo, sigamos”, y lo tiré a un lado. Entonces sentí en mis oídos y en mi cuerpo una explosión. Un gran ruido. Lo único que sentía era una extraña sensación de adormecimiento de mis piernas, y un sonido en mi cabeza, como un zumbido. Una sensación de desconcierto, de irrealidad, de no saber qué pasó, ante algo tan súbito, tan repentino.
Entonces miré en derredor y no vi a nadie, mis amigos no estaban por ninguna parte.
Grité llamándolos, y de pronto uno de ellos apareció de entre la nube de polvo y soltó el llanto. Lloraba y lloraba, y me decía: ¡Mírate, mírate lo que te pasó, mira cómo quedaste, mira tu pierna! Y entonces traté de pararme, apoyándome en mi pierna derecha, pero cuando traté de apoyar mi pierna izquierda, noté que se me doblaba, no se sostenía. Miré hacia abajo, y entonces ví que mi pierna estaba destruida, me faltaba toda la parte posterior de ella, estaban los músculos gemelos colgando desgarrados, junto a jirones de género del pantalón y abundante sangre. Se veían los huesos desnudos.
Quedé tirado en el suelo, adormecido, desangrándome. Mis amigos no sabían qué hacer, no atinaban a nada, entonces yo les dije que fueran a buscar ayuda a Topáter. Pero al parecer nadie les prestó esa ayuda, o no encontraron a nadie. Estuve una hora tirado en el suelo, hasta que finalmente llegó un camión del ejército, que casualmente pasó cerca pues venía de San pedro de Atacama, y al parecer vio desde lejos el polvo que levantó la explosión. Un militar bajó, me miró, luego me zamarreó y me dijo:”¡Cantemos, cantemos! ¡Canta, te digo, canta, no te quedes dormido! “.
Al parecer la pérdida de sangre ya me estaba haciendo perder la conciencia y el militar no quería dejar que me durmiera y me cacheteaba, me daba golpes en la cara para mantenerme despierto. Me acuerdo de él muy bien, pues me cacheteaba y yo sólo le decía: “¡No quiero, no quiero!..” Hasta que al final canté para que no me siguiera cacheteando.
Finalmente llegó un camión o ambulancia del regimiento, me subieron a ella y me llevaron hasta el Hospital de Calama, donde me prestaron la primera atención. Dado que mi padre era trabajador de Codelco, me trasladaron después al Hospital de Chuquicamata, y ahí estuve un tiempo que no recuerdo bien, sería uno o dos días, hasta que finalmente el traumatólogo decidió amputarme la pierna.
Era la pierna o yo, si no lo hubiera hecho, seguramente habría muerto de gangrena o algo así.
Después de que me amputaron, yo sentía mi pierna, y tenía mucho dolor y me picaba la pierna, y le pedía a las enfermeras que me rascaran pues no podía moverme, la otra pierna también la tenía lesionada así es que estaba inmovilizado en la cama. Las enfermeras me respondían que no podían rascarme, pero yo no sabía porqué, nadie me había dicho lo que había pasado, así es que yo no estaba enterado de que ya no tenía pierna. Eran los dolores o sensaciones fantasma, me enteré después, lo que me molestaba. Mi pierna ya no estaba conmigo, ya había dejado de ser parte de mí, la explosión se la había llevado. El artefacto que encontré me la arrancó cobardemente, a traición, sin advertencia alguna. Y sin culpa alguna de mi parte, pues en el lugar no había ningún tipo de advertencia de que había ese tipo de aparatos allí. Creo que aún hoy día practican motocross por ahí, y encontraron otros explosivos, por casualidad, los descubrió una máquina aplanadora cuando trabajaba en las pistas que hicieron. Y después aparecieron más proyectiles, salió hasta en los diarios, pero las autoridades no hacen nada para evitar que cosas así sigan ocurriendo a otros.
Supe que me habían cortado la pierna cuando un día entraron a mi pieza mis padres con el doctor. Mis papás tenían una expresión distinta, no hallaban qué decir, entonces yo intuí que algo grave debió haber pasado pues ellos no eran así. Y entonces fue que el doctor me dijo: “ Alban, tuvimos que amputarte la pierna, era lo único que podíamos hacer para salvarte”. Yo ya no me acuerdo qué sentí, me encontraba en un estado como de sopor o indiferencia, no sé, pero en ese momento no pensé en nada. Sólo quería salir de ahí luego, irme cuanto antes para mi casa y hacer las cosas que hacía siempre, estudiar, jugar, salir con mis amigos, estar con mi familia. No recuerdo bien la escena de ese momento, sólo recuerdo lo afectados que se veían mis padres. Es como si una nebulosa lo hubiera cubierto todo...
Después vinieron las curaciones. Porque me dejaron el muñón abierto, para asegurarse de que no hubiera infección. Entonces me hacían curaciones varias veces por día, todos los días. Y eso sí que recuerdo que me dolía terriblemente Era un dolor muy, muy intenso. Recuerdo que los demás enfermos que estaban en la habitación conmigo, pues quisieron cambiarme a otra habitación pero yo no quise estar nunca solo, se acercaban todos a mí y me rodeaban. Uno me tomaba la mano, otro me tomaba la cara, otro me sujetaba la pierna que me quedaba. Recuerdo que había uno que me cantaba. Así se une la gente en el dolor y se ayudan unos a otros. Y de esa forma la enfermera podía hacerme las curaciones, que me dolían mucho, mucho.
No sé cuantos días pasaron. ¿Treinta, cuarenta días? Algo así. Después de que me cerraron el muñón, empezaron a hacerme masajes, ejercicios. Después me hicieron un cono para el muñón y me dieron de alta, y por fin me fui para mi casa, era lo único que yo quería.
Luego me hicieron la prótesis. Yo tuve la suerte si se puede llamar así, de que entonces mi papá trabajaba en Codelco, otros que han tenido accidentes como el mío no han tenido esa posibilidad, entonces todos esos tratamientos estaban dentro de las prestaciones de salud que le correspondían a mi papá y su familia. Así que a los tres meses ya intentaba caminar con la prótesis. Me dijeron que había sido muy rápida mi rehabilitación. La verdad es que creo que en gran parte me rehabilité solo. Quería dejar todo lo sucedido atrás, muy atrás. Mi familia siempre estuvo apoyándome. Cuando sucede algo así, sin el apoyo familiar no es posible lograrlo.
En algún momento quisieron enviarme al extranjero para rehabilitarme, pero eso quedó en nada, no sé bien porqué. Yo nunca tuve ni siquiera un tratamiento psicológico, al parecer porque yo no quería saber nada de eso, sólo quería reanudar mi vida, hasta me las arreglaba para andar en bicicleta, y se quedaban todos viéndome cómo lo hacía, los autos se detenían y la gente se daba vuelta a mirarme. Yo quería ser normal, como antes, y sólo pensaba: “Bueno, me pasó a mí, mala suerte, yo tengo que seguir adelante, tengo que continuar con mi vida”
Claro que a veces no quería saber nada de nada, y me ganaba la desesperación, el hastío, de no poder hacer lo que hacía antes. Yo era atleta, fui seleccionado de Calama en atletismo. El día que me pasó el accidente, un día viernes, yo estaba a dos días de ir a Tocopilla a correr por Calama. Y todo quedó ahí. Entonces, a veces me encerraba en mi pieza y no salía de ella, me negaba a hacer nada. Un día hasta tiré la prótesis por la ventana, en una muestra creo yo de mi rabia, de mi impotencia de estar así sin haber hecho nada para merecérmelo.
Mis padres cambiaron. Mi mamá empezó a sufrir enfermedades. Sufrió depresiones, tuvo que recibir tratamientos por ello. Mi papá ya no era el de antes, se puso triste, perdió su energía, sufrió de diabetes y otras cosas que lo fueron afectando, por lo que me pasó a mí, creo yo. Se tornó silencioso y ensimismado. Hasta que al final, decidió que nos marcháramos de Calama,. Y renunció a su trabajo en Chuquicamata, y nos trasladamos a Antofagasta. Creo yo que con la intención de alejarnos del lugar donde tanto sufrimiento habíamos encontrado, donde yo, su hijo, había sido mutilado. Con la intención profunda de intentar olvidarlo todo y empezar una vida nueva. Mi papá cambió mucho, se transformó en otro. Nunca he pensado, hasta ahora que estoy contando esto, si quizá sentía alguna culpa por lo que pasó, pero… ¿quién pudo tener la culpa sino los irresponsables que dejaron ese artefacto botado allí? Quien pudo tener la culpa sino un Estado y unas instituciones a las que el asunto no les preocupa. No les interesa quién resulte dañado, de lo contrario habrían tomado algún tipo de precauciones ¿No? Y aún hoy día no les interesa, pues artefactos como el que yo encontré hay en muchas partes. Quizá por eso estoy contando lo que me pasó, para que no les pase a otros. Quizá por eso estoy saliendo del olvido en que tenía sumido ese episodio, para ayudar a otros a evitar que les suceda lo mismo. Porque ahora me he enterado que han sido muchos los que han sufrido lo que yo sufrí, y creo que tengo que hacer algo para que esto no pase nunca más.
¿La justicia? En realidad, nunca ví que actuara la justicia. Nunca fui citado a un tribunal ni nada. Mi papá contrató un abogado, no recuerdo el nombre, pero parece que es el mismo que años después contrató el doctor para defender inicialmente el caso de su hijo. Pero este abogado no logró nada de nada. Al final, abandonó el caso, o lo dejó ahí botado, según dijeron entonces porque del Gobierno le habían dicho que no insistiera en el asunto. Total, todo quedó como si no hubiera pasado nada. Lo mismo parece que sucedió con lo que trató de investigar el doctor Larenas. Así es que de justicia, nada. Ni indemnizaciones ni nada. Cuando hubo que cambiar la prótesis la pagó mi papá. Ya está medio malita, me molesta en el muñón, y a pesar de que tenemos más medios que otros amputados, siempre hay otros gastos que hacer, entonces siempre es difícil, una prótesis cuesta varios millones.
Bueno, en 1997 entré a estudiar Ingeniería en Prevención de Riesgos en INACAP, y actualmente estoy egresado. Sólo me falta presentar mi tesis, que versa sobre riesgos asociados a la extracción minera: perforación, tronadura, carguío y transporte. A través de mi profesión pienso dedicarme a proteger a los demás de diversos riesgos.
Me costó, pero voy a tener mi título. No todos han tenido esa oportunidad. Ha sido mi esfuerzo y el de mi familia.
No le debemos nada al Estado que me mutiló.
El hecho es que yo tengo que seguir adelante, a veces me decaigo pero siempre me levanto, una y otra vez. Aún no trabajo, pero ya lo haré. Quiero ayudar. Ayudar para que no les pase a otros lo que me pasó a mí.







N.del E.


-Topáter. Sector situado en los márgenes de Calama, con alta concurrencia de público. El lugar del accidente coincide con la ubicación actual de una pista de motocross, en la que se siguen encontrando proyectiles. Ningún rastreo serio ha sido efectuado
-Respecto a sus oportunidades de tratamiento, el narrador se refiere a que, dado que su padre en el tiempo de ocurrencia del accidente trabajaba en el mineral de cobre de Chuquicamata, tenía derecho por convenio colectivo a diversas prestaciones de salud para él y su familia, mientras trabajara allí. Se hace esta aclaración porque la mayor parte de otros lesionados por proyectiles o minas no han contado con esta posibilidad, por no encontrarse bajo este régimen de prestaciones especiales de salud, y de hecho no han recibido del Estado de Chile más que míseras pensiones, en algunos casos, que ni siquiera pueden llamarse de supervivencia.
- El abogado que inicialmente “defendió” este caso, lo abandonó posteriormente por razones desconocidas, al igual que lo hizo con el caso de José Miguel Larenas. La renuncia al patrocinio de estos casos es hasta ahora un misterio. Como también es un misterio la impasividad e inoperancia de los organismos policiales y judiciales ante los casos mostrados en este libro.

1 comentario:

  1. Ha pasado muxo tiempo y kizás nunca más hablaremos...sucedieron muxas cosas que se nos arrancaron de las manos...bueno a nuestras familias... son cosas k kedaron en el pasado, por lo menos así lo senti yo y aun lo siento... debo confesarte k muxas veces soñé contigo, pero en buena, soñaba k te encontraba en la calle o en un hospital, pero siempre ibas a lo mismo, al médico o k te habían operado o k te estaban por operar... no sé por ke...no tengo explicación pero hasta hace un año tenía esos sueños... Bueno, me di cuenta k ya eres un ingeniero y me alegra...y espero tengas tu familia y seas feliz...tu sabes k Dios no da mas carga de la k puedas cargar...cuídate y k estés bien... adiós...

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